viernes, 30 de septiembre de 2016

China anuncia reformas para aumentar la libertad de expresión y religiosa

El Gobierno de China, frecuentemente criticado por las violaciones a las libertades fundamentales y por la censura que persisten en el país, lanzó hoy un “Plan Nacional de Acción en Derechos Humanos 2016-2020” que promete garantizar mayor libertad de expresión y de credo.

El plan, publicado por el Consejo de Estado (Ejecutivo) a través de la agencia oficial Xinhua, señala que se intentará “dar más espacio a la opinión pública”.

Dentro de este epígrafe se promete “proteger la libertad de expresión en internet de acuerdo con la ley” y también “establecer un registro de quejas e informes sobre actos ilegales de órganos estatales a todos los niveles” o “dar un papel supervisor completo a diarios, revistas, radio, televisión y otros medios”.

Las promesas chocan con la situación actual, en la que los medios tradicionales están fuertemente controlados por el régimen comunista y algunos ciudadanos chinos han sido encarcelados por sus opiniones en la red o por denunciar públicamente la corrupción y otros problemas del Gobierno.

En el campo religioso, otro punto donde el régimen ha ejercido un férreo control durante décadas, el plan de acción promete enmendar las principales regulaciones actuales sobre administración estatal de creencias y apoyar los esfuerzos por que cada religión mejore su “autogobierno” y “autogestión”.

También se animará a los círculos religiosos a organizar actividades caritativas, se detendrá el uso comercial de instalaciones religiosas tales como templos budistas o taoístas, y se mejorarán los servicios para que las comunidades musulmanas puedan peregrinar a La Meca, reza el documento. 

Fuente: Aporrea

domingo, 25 de septiembre de 2016

Firman Cuba y China acuerdos de cooperación en sectores estratégicos


Con motivo de la visita a la Isla de Primer Ministro chino, Li Keqiang, Cuba y China firmaron este sábado 12 acuerdos destinados a incrementar la cooperación entre ambas naciones en materia de energía renovable, investigaciones médicas, informática, desarrollo industrial, seguridad aduanera, colaboración bancaria y financiera y protección al medio ambiente.

Poco después de sostener conversaciones oficiales, el premier del gigante asiático y el General de Ejército, Presidente de los Consejos de Estado y Ministros, Raúl Castro Ruz, e importantes dirigentes de los dos territorios, presenciaron el acto de suscripción de los instrumentos jurídicos.

Entre los acuerdos rubricados destacan la condonación de adeudos cubanos por parte de China y cuatro convenios de créditos para la ejecución en la Isla de diferentes proyectos, tales como la modernización de la producción de la prensa y otros materiales gráficos, la instalación de un parque eólico y la creación de una bioeléctrica adscrita al central azucarero Héctor Rodríguez, de Villa Clara.

Se estableció, además, un acuerdo marco estratégico de cooperación entre el gobierno de la ciudad de Chengdu, situada al suroeste de China, y el grupo empresarial BioCubaFarma, para la creación de un proyecto de mapeo cerebral.

En la ceremonia también se hizo efectivo el canje de dos notas que oficializan la ejecución de los donativos para la adquisición de equipos para la modernización tecnológica de la aduana y de materias primas para la producción de paneles solares.

También se firmó un memorándum de entendimiento relativo a la actualización de la agenda bilateral económica y otros cuatro instrumentos entre la administración general de supervisión de calidad, inspección y cuarentena de China y los ministerios cubanos de la Industria Alimentaria, Agricultura, de la Salud Pública y la Aduana General de la República.

Durante su primera jornada en La Habana, el primer ministro chino rindió honores al Apóstol de Cuba, José Martí.

Acompañado por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el gobernante asiático depositó una ofrenda floral ante la estatua del Héroe Nacional cubano, en la capitalina Plaza de la Revolución.

China y Cuba poseen relaciones diplomáticas hace 56 años y actualmente el gigante asiático el segundo socio comercial de la mayor de las Antillas, con un intercambio económico de 1,6 billones de dólares.

Las autoridades de los dos territorios, han reconocido su deseo de elevar la concertación económica al nivel de los nexos políticos, los cuales, afirman, se encuentran en el mejor momento de su historia.

Fuente: Granma

Eterna sea la amistad entre China y Cuba

Por Li Keqiang, Primer Ministro del Consejo de Estado de la República Popular China

En vísperas de la celebración del aniversario 56 del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Cuba, efectuaré una visita a la hermosa Cuba. Será la primera vez que pise tierra cubana y estoy a la expectativa de reunirme con los líderes cubanos en aras de profundizar aún más la cooperación sino-cubana en las diversas áreas e inyectar una nueva dinámica a las relaciones binacionales.

Tierra bendita con una cultura fascinante, Cuba es conocida como la Perla del Caribe, cuyo pueblo es motivo de admiración por su firme e indomable espíritu nacional. Durante más de medio siglo, Cuba ha conquistado éxitos extraordinarios en la construcción y desa­rrollo nacionales, oponiéndose resueltamente a la injerencia externa y resistiéndose al continuo bloqueo foráneo. Actualmente, la causa cubana presenta una flamante fisonomía lle­na de pujanza tanto en el ámbito interno como en el externo. Los chinos solemos decir: Los grandes éxitos nacen de las grandes penalidades. Felicitamos sinceramente los logros cubanos y abrigamos plena convicción de sus perspectivas de desarrollo.

A pesar de la gran distancia geográfica en­tre China y Cuba, nuestra amistad tiene una larga data. Ya en su gesta por la independencia y la liberación, muchos chino-cubanos se lanzaron a la guerra con toda valentía, historia que quedó grabada en el famoso Monumento a los Chinos en La Habana. Cuba fue el primer país del hemisferio occidental en establecer relaciones diplomáticas con la Nueva China. Hace 56 años, el compañero Fidel declaró en un mitin la disposición cubana de establecer relaciones diplomáticas con la Nueva China, que encontró eco y aclamación del público al unísono. Durante largo tiempo, la amistad sino-cubana ha resistido las pruebas de las vicisitudes de la palestra internacional y las relaciones bilaterales se tornan cada vez más maduras, mostrando una gran vitalidad.

Siendo por igual países socialistas, China y Cuba se hallan ambas en una etapa clave en su desarrollo. Es inevitable encontrarse con algunos desafíos al explorar un camino de de­sa­rrollo conforme a nuestras propias realidades, mas ningún obstáculo podrá detener los pasos de ambos pueblos en busca de una vida feliz y hermosa. Estamos dispuestos a trabajar con la parte cubana para fortalecer el intercambio de alto nivel, intensificar la confianza mutua política, seguir prestándonos apoyo en los temas concernientes a nuestros respectivos intereses núcleo e impulsar el aprendizaje y la ayuda recíprocos en la construcción y el desarrollo nacionales, en aras de consolidar aún más la tradicional amistad entre los dos países.

La cooperación económico-comercial cons­tituye la fuerza motriz del desarrollo de los lazos sino-cubanos. China es el segundo socio comercial de Cuba mientras que Cuba se posiciona como el primer socio comercial de China en la región caribeña. Los productos Hecho en China y Marca China han entrado en numerosas familias cubanas, al tiempo que los productos cubanos como el ron y los puros son bien conocidos en China. Dadas las sendas ventajas de China y Cuba en el área económico-comercial, estamos dispuestos a desplegar activamente, junto con la parte cubana, la cooperación en los terrenos de biotecnología, energías renovables, informática y comunicaciones, electrodomésticos, maquinaria agrícola e infraestructura, con vistas a forjar de continuo nuevos focos de la cooperación económico-comercial.

El intercambio cultural es el lazo que une los sentimientos de ambos pueblos. Durante muchos años, ambas partes han llevado a cabo nutridas y variadas actividades de in­tercambio cultural, cuyas visitas y representaciones han sido objeto de gran acogida por parte de ambos pueblos. Los dos países han formado, el uno para el otro, un buen número de estudiantes, China ha abierto el Ins­tituto Confucio en la Universidad de La Habana. Estamos dispuestos a reforzar nues­tra cooperación con la parte cubana en ma­teria cultural, educativa y turística para que la amistad sino-cubana se arraigue en el co­razón de la gente.

Atribuyendo suma importancia a la posición y el papel de Cuba en la región latinoamericana y caribeña así como en el escenario internacional, China valora altamente las relevantes contribuciones de Cuba por impulsar la estabilidad regional y el diálogo entre las civilizaciones. Estamos dispuestos a seguir promoviendo, junto con la parte cubana, la equidad y la justicia internacionales, en fo­mento de la estructuración de un nuevo tipo de relaciones internacionales centrado en la cooperación y el ganar-ganar, en firme defensa de los intereses comunes de las numerosas naciones en vías de desarrollo.

Los amigos cubanos suelen decir que más sólida que la muralla es la amistad, mientras que en China tenemos también un antiguo dicho que reza: Infinita es la fuerza de los hermanos cuando se unen. Tenemos la determinación de profundizar incesantemente la amistad tradicional sino-cubana y la constancia de impulsar nuestra cooperación omnidireccional.

Estamos dispuestos a seguir tratándonos con Cuba como íntimos compañeros de total sinceridad, grandes amigos de cooperación duradera y entrañables hermanos de confianza mutua, en pos de un mejor desenvolvimiento de nuestros vínculos y mayores beneficios tangibles para ambos pueblos.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

China y el socialismo de mercado: una cuestión sobre el Estado y la revolución

Publicamos este excelente artículo del administrador del blog estadounidense Return to the Source, que firma como Vince Herman. Return to the Source se define como un "periódico marxista-leninista y anti-imperialista en la red que ofrece información sobre los movimientos revolucionarios de hoy y la historia de las luchas de los pueblos en el pasado", añadiendo que "nuestro objetivo es contribuir positivamente a los esfuerzos por construir un nuevo partido comunista en los Estados Unidos". 

La tesis que defiende este trabajo es que China es un país socialista, coincidiendo con lo que yo explicaba en la última entrega de mi trabajo En defensa del pueblo chino. Vince Herman lo argumenta por medio de 6 estructuradas y un riguroso trabajo de investigación. Aunque tengo que admitir que su visión del socialismo de mercado en China me resulta demasiado optimista e incluso en ocasiones fuera de la realidad (esto se puede ver por ejemplo cuando afirma que "al haber resuelto la contradicción principal - fuerzas productivas atrasadas - el PCCh está atacando ahora la contradicción entre el capital extranjero y el trabajo").

También discrepo con el autor cuando afirma que "el mercado es una herramienta neutral". El mercado puede ser muy útil en el socialismo y puede tener cierta apariencia de neutralidad, mientras no sabotee la construcción socialista. También es cierto que no toda economía de mercado implica necesariamente el capitalismo. Pero no se puede negar que la mercancía es el germen de la civilización burguesa y que el capitalismo es la fase superior del intercambio cuando se reúnen ciertas condiciones, a saber: a) que la burguesía ascienda como clase dominante y b) la fuerza de trabajo sea mercancía. Por todo ello, la supuesta neutralidad del mercado es algo que debe matizarse. El mercado puede ayudar a la construcción del socialismo, pero el mercado será un obstáculo para avanzar hacia la sociedad comunista.

Pese a ello, se trata de un excelente trabajo que defiende valientemente el carácter socialista de la República Popular China, refutando las afirmaciones calumniosas de los enemigos del socialismo – a saber, los trotskistas y los "comunistas" de extrema izquierda.

El artículo es demasiado extenso para publicarlo como entrada de blog. Para leerlo en su totalidad, hacer click aquí.

El camarada Deng Xiaoping en su histórica gira por el sur de China en 1992

Tras la caída de la Unión Soviética, la mayoría de los países socialistas cayeron trágicamente ante la ofensiva del imperialismo occidental. Ante los espeluznantes golpes infringidos al movimiento comunista internacional, cinco países socialistas resistieron a la marea contrarrevolucionaria y, contra todo pronóstico, siguen representando en la actualidad al socialismo existente en el siglo XXI.

Aunque cada uno afronte problemas muy específicos en la construcción del socialismo, estos cinco países – la República de Cuba, la República Socialista de Vietnam, la República Democrática Popular Lao, la República Popular Democrática de Corea y la República Popular de China – suponen un desafío para el Goliath de la hegemonía imperialista occidental. Pero de entre ellos, China se perfila como el único país socialista cuyo crecimiento económico sigue desbancando hasta los países imperialistas más poderosos.

Si bien un número bochornoso de grupos de “izquierda” en Occidente cuestionan la designación de estos países como socialistas, ningún país suscita tanta oposición como China. Muchos grupos de “izquierda” en Occidente afirman que la China moderna es un país totalmente capitalista. Recogiendo el testigo de intelectuales de pacotilla como León Trotsky, Tony Cliff y Hal Draper, algunos grupos afirman que China nunca fue un país socialista, afirmando por contra que el Estado chino es y ha sido capitalista de Estado.

Refuto estas afirmaciones indignantes y reaccionarias con 6 tesis:

Primero, el socialismo de mercado chino es un método para resolver la contradicción principal a la que se enfrenta la construcción socialista en China: el atraso de las fuerzas productivas.

Segundo, el socialismo de mercado es una herramienta marxista-leninista importante para la construcción socialista.

Tercero, el liderazgo continuo del Partido Comunista de China y su control sobre la economía de mercado de China son aspectos clave del socialismo chino.

Cuarto, el socialismo chino ha propulsado un Estado obrero a niveles económicos sin precedentes.

Quinto, el desarrollo exitoso de China como economía industrial moderna ha sentado las bases para formas “más elevadas” de organización económica socialista.

Sexto, China aplica el socialismo de mercado en sus relaciones con el Tercer Mundo y un juega un papel de primer orden en la lucha contra el imperialismo.

De estas seis tesis, saco la conclusión de que los marxistas-leninistas en el siglo XXI deberían estudiar rigurosamente los éxitos del socialismo chino. Después de todo, si China es un país socialista, su auge como primera potencia económica mundial exige la atención de todo revolucionario serio, especialmente en lo que respecta a la titánica tarea de construir el socialismo en el Tercer Mundo.

1) El socialismo de mercado es un método para resolver la contradicción principal a la que se enfrenta la construcción socialista en China: el atraso de las fuerzas productivas

La revolución china de 1949 fue un éxito tremendo para el movimiento comunista internacional. Dirigido por Mao Zedong, el Partido Comunista de China (PCCh) trazó inmediatamente un camino de reconstrucción socialista en una economía destrozada por siglos de feudalismo dinástico y subyugación imperialista, tanto por parte de Europa como de Japón. El PCCh inició increíbles campañas para ganarse a las masas para la construcción del socialismo y poner en pie una economía que pudiera satisfacer las necesidades de la gigantesca población de China. Nunca se hablará suficientemente de los logros increíbles conseguidos por las masas chinas durante este periodo, en el que la esperanza de vida paso de 35 años en 1949 a 63 años en 1976.[1]

Pero a pesar de los grandes beneficios sociales traídos por la revolución, las fuerzas productivas de China siguieron estando extremadamente subdesarrolladas, dejando al país vulnerable ante hambrunas y otros desastres naturales. El desarrollo desigual entre el campo y las ciudades persistió, y el cisma sino-soviético aisló a China del resto del bloque socialista. Estos serios obstáculos llevaron al PCCh, con Deng Xiaoping al frente, a identificar a las fuerzas productivas subdesarrolladas de China como la contradicción principal a la que se enfrentaba la construcción socialista. En marzo de 1979, en un discurso en un encuentro del PCCh, titulado Sostener los Cuatro Principios Cardinales, Deng subrayó los dos rasgos de esta contradicción:

“Para materializar las cuatro modernizaciones en China, debemos tener en cuenta, por lo menos, dos características importantes del país. Primera, una base material pobre. Largos años de devastación causada por el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático hicieron de China un país pobre y atrasado.”[2]

Mientras reconoce que “después de la fundación de la República Popular, hemos logrado grandes éxitos en la construcción económica, fundado un sistema industrial relativamente completo”, Deng reitera que China es no obstante “uno de los países pobres del mundo”.[3]

El segundo rasgo de esta contradicción es que China tiene “una gran población pero no tiene suficientemente superficie cultivable”. Deng explica la severidad de esta contradicción:

“Cuando la producción está insuficientemente desarrollada, ello plantea serios problemas en lo que respecta a la comida, la educación y el empleo. Debemos incrementar nuestros esfuerzos en materia de planificación familiar; pero incluso si la población no crece durante algunos años, seguiremos teniendo un problema poblacional durante un cierto periodo. Nuestro gran territorio y nuestros ricos recursos naturales son grandes activos a nuestro favor. Pero muchos de estos recursos aún no han sido explorados ni explotados, por lo que en la actualidad no constituyen medios de producción. A pesar del gran territorio de China, la cantidad de tierra cultivable es limitada, y ni este hecho, ni el hecho de que tenemos un gran país, mayoritariamente campesino, pueden cambiarse fácilmente.”[4]

A diferencia de los países industrializados de Occidente, la contradicción principal a la que se enfrentaba China no era entre burguesía y proletariado – el proletariado y su partido ya habían derrocado a la burguesía en la revolución de 1949 – sino más bien entre la enorme población de China y sus fuerzas productivas subdesarrolladas. Por muy ambiciosas y bien intencionadas que fueran, campañas como el Gran Salto Adelante siguieron sin estar a la altura para sacar a las masas de la pobreza, sin revolucionar antes las fuerzas productivas del país.

Partiendo de esta contradicción, Deng propuso la política de “socialismo con características chinas”, o socialismo de mercado.

Tras la muerte de Mao en 1976 y el fin de la Revolución Cultural un año más tarde, el PCCh bajo el liderazgo de Deng Xiaoping inició una agresiva campaña de modernización de las fuerzas productivas subdesarrolladas de China. Conocida como las Cuatro Modernizaciones – economía, agricultura, ciencia y tecnología y defensa – el PCCh empezó experimentando con modelos para culminar estos cambios revolucionarios.

La modernización no era algo superfluo para la construcción socialista en China. Al final del Gran Salto Adelante y de la turbulenta agitación de la Revolución Cultural, el PCCh comprendió que construir un socialismo duradero en el tiempo requeriría una base industrial modernizada. Sin esta base, las masas chinas seguirían estando a merced de los desastres naturales y la manipulación imperialista. Deng delineó este objetivo en un discurso pronunciado en octubre de 1978 ante el IX Congreso Nacional de los Sindicatos de China:

“El Comité Central del Partido ha señalado que ésta es una gran revolución mediante la cual se va a transformar radicalmente la fisonomía de atraso económico y tecnológico de nuestro país y a consolidar aún más la dictadura del proletariado.”[5]

Deng sigue describiendo la necesidad de reexaminar el método de organización económica de China:

“Esta revolución, destinada como está a cambiar en amplio margen el presente estado de atraso de las fuerzas productivas, ha de transformar en muchos aspectos las relaciones de producción, la superestructura, los métodos de administración en las empresas industriales y agrícolas y la forma en que administra el Estado estas empresas, a fin de que correspondan a, las necesidades de una gran economía moderna. Para acelerar el ritmo del desarrollo económico, es imprescindible acentuar en gran medida la especialización de las empresas, elevar considerablemente el nivel técnico de todos los empleados y obreros y efectuar a conciencia su adiestramiento y la verificación de sus progresos, llevar rigurosamente la contabilidad integral de los resultados económicos de las empresas y elevar a un grado mucho más alto la productividad del trabajo y la tasa de ganancias en proporción a los fondos invertidos.

Por lo tanto, en todos los frentes económicos tienen que realizarse importantes transformaciones no sólo en lo tecnológico, sino también en sus sistemas y en su organización. Los intereses de largo alcance del pueblo de todo el país descansan sobre estas transformaciones, pues de otra manera no podremos zafarnos del presente estado de atraso en materia de tecnología y de administración de la producción.”[6]

Estas reformas iniciaron el socialismo de mercado en China. Empezando por la división de las Comunas Populares de la época del Gran Salto Adelante en parcelas de tierra más pequeñas, el socialismo de mercado fue aplicado primero al sector agrícola para impulsar la producción de alimentos. Entre 1980 y 1992, el Estado chino delegó más autoridad a los gobiernos locales y convirtió algunas pequeñas y medianas empresas en negocios, estando sujetos a la regulación y la dirección del PCCh.

Desde la implementación del socialismo de mercado, China ha experimentado un crecimiento económico sin precedentes, creciendo más rápido que cualquier otra economía del mundo. El socialismo de mercado de Deng sacó decisivamente a las masas fuera de la pobreza sistémica e hizo del país un gigante económico cuyo poder supera en mucho el de las mayores economías imperialistas de Occidente.

2) El socialismo de mercado en China es una herramienta marxista-leninista importante para la construcción socialista
La Nueva Política Económica de Lenin tuvo bastante que ver con las reformas de Deng

Aunque el concepto de socialismo de mercado de Deng y su implementación suponen una contribución significativa al marxismo-leninismo, aquellos no carecen de precedentes. La revolución proletaria ha surgido históricamente en países donde la cadena imperialista era más débil. Una de las características comunes de estos países era el atraso de las fuerzas productivas – subdesarrolladas por décadas de subyugación colonial e imperial. Muy lejos de ser el primer ejemplo de comunistas empleando mecanismos de mercado para sentar una base industrial para el socialismo, el socialismo de mercado en China hunde sus raíces en la Nueva Política Económica (NEP) de los bolcheviques.

Enfrentando niveles similares de subdesarrollo e inestabilidad social, los bolcheviques implementaron la NEP, que permitió que pequeños propietarios y campesinos pudiesen vender mercancías en un mercado restringido. Diseñada e implementada por Lenin en 1921, la NEP sucedió a la política de comunismo de guerra de Trotsky, que priorizaba la militarización de la producción agrícola e industrial para combatir a las reaccionarias fuerzas blancas. Debido al atraso de las condiciones materiales económicas, una mayoría abrumadora de campesinos se opuso al comunismo de guerra, lo cual resultó en una carencia de alimentos para el Ejército Rojo. Percibiendo correctamente la importancia de establecer una firme alianza entre el campesinado y la clase obrera urbana, Lenin diseño la NEP como medio de modernizar el campo ruso a través de mecanismos de mercado.

En un texto que explicaba el papel de los sindicatos durante la NEP, Lenin describió sucintamente la esencia del concepto que Deng luego llamó “socialismo de mercado”.

Enfrentando niveles similares de subdesarrollo y agitación social, los bolcheviques implementaron la NEP, que permitió que los pequeños propietarios y los campesinos pudiesen vender mercancías en un mercado limitado. Pensaba e implementada por Lenin en 1921, la NEP sucedió a la política de comunismo de guerra de Trotsky, que priorizaba una producción agrícola e industrial militarizada para combatir a las reaccionarias tropas blancas. Debido a condiciones materiales económicamente atrasadas, la inmensa mayoría de los campesinos se resistieron al comunismo de guerra, lo cual tuvo como consecuencia una carencia de alimentos para el Ejército Rojo. Percibiendo correctamente la importancia de forjar una sólida alianza entre el campesinado y la clase obrera urbana, Lenin diseñó la NEP como medio de modernizar el campo rural en Rusia por medio de mecanismo de mercado.

En un texto que explicaba el papel de los sindicatos durante la NEP, Lenin describía sucintamente la esencia del concepto que Deng llamaría después “socialismo de mercado”.

“La Nueva Política Económica introduce una serie de cambios importantes en la posición del proletariado, y consecuentemente, en la de los sindicatos. La gran mayoría de los medios de producción en la industria y el sistema de transporte siguen estando en manos del Estado proletario. Esto, junto con la nacionalización de la tierra, indica que la Nueva Política Económica no cambia el carácter del Estado obrero, aunque modifique sustancialmente los métodos y las formas del desarrollo socialismo al permitir la competición económica entre el socialismo, que se está construyendo ahora, y el capitalismo, que está tratando de resucitar al satisfacer las necesidades de las amplias masas del campesinas por medio del mercado.”[7]

No deberíamos menospreciar la importancia de las palabras de Lenin en esta cita. Lenin reconoce que la introducción del mercado en la economía soviética no altera fundamentalmente el carácter proletario del Estado. Más provocativa resulta incluso su caracterización de la economía soviética como una “competición económica entre el socialismo, que se está construyendo ahora, y el capitalismo”.[8] Según Lenin, las relaciones de producción capitalistas pueden existir dentro del socialismo y competir con el socialismo sin cambiar la orientación de clase de un Estado proletario.
Recordemos que Deng argumentaba que el socialismo de mercado era esencial a la hora de modernizar las fuerzas productivas de China y consolidar la dictadura del proletariado. Lenin habría estado totalmente de acuerdo con las palabras de Deng, como expresó en abril de 1921 en un artículo titulado Sobre el impuesto en especie, Lenin escribía:

“El socialismo es inconcebible sin la gran técnica capitalista basada en la última palabra de la ciencia moderna, sin una organización estatal armónica que someta a decenas de millones de personas a la más rigurosa observancia de una norma única en la producción y distribución de los productos. Los marxistas hemos hablado siempre de eso, y no merece la pena gastar siquiera dos segundos en conversar con gentes que no han comprendido ni siquiera eso (los anarquistas y una buena mitad de los eseristas de izquierda).”[9]

Sin embargo, las raíces ideológicas del socialismo de mercado de Deng se remontan a tiempos anteriores a Lenin. En una entrevista en agosto de 1980 con la periodista italiana Oriana Fallaci, ésta le preguntó si las reformas de mercado en las áreas rurales “ponen en tela de juicio al propio comunismo”. Deng contestaba:

“Según Marx, el socialismo es la fase primera del comunismo y abarca un periodo histórico largo, en el que debemos poner en práctica el principio de “a cada según su trabajo”,  y combina los intereses del Estado, del colectivo y del individuo, pues sólo así podemos despertar el entusiasmo del pueblo por el trabajo y desarrollar la producción socialista. En la etapa superior del comunismo, cuando las fuerzas productivas estén muy desarrolladas y sea practicado el principio “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”, los intereses personales serán aún más reconocidos y serán satisfechas más necesidades personales.”[10]

La respuesta de Deng hacía referencia a la Crítica del Programa de Gotha, escrita por Marx en 1875. Marx describía el proceso de construcción socialista en términos de fases “superiores” e “inferiores”:

“De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede. Congruentemente con esto, en ella el productor individual obtiene de la sociedad – después de hechas las obligadas deducciones –  exactamente lo que ha dado […] Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento. El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado.”[11]

Pueden estar ustedes de acuerdo o no con el socialismo de mercado, pero los hechos son los siguientes:

Hecho: el socialismo de mercado es acorde con el marxismo-leninismo.

Hecho: la posición de Lenin es que tanto el mercado como algunas relaciones de producción capitalistas no alteran fundamentalmente el carácter proletario de clase de un Estado socialista.

Hecho: Lenin pensaba que algunos países podían construir el socialismo utilizando el mercado.

Hecho: el principio que sustenta el socialismo de mercado de Deng – “a cada uno según su trabajo” – proviene directamente de Marx.

Para leer el resto del artículo hacer click aquí.

[1] Mobo Gao, The Battle for China’s Past: Mao & The Cultural Revolution, Pluto Press, 2008.
[2] Deng Xiaoping, Persistir en los Cuatro Principios Fundamentales, 30 de marzo de 1979.
[3] Ibíd. 
[4] Ibíd.
[5] Deng Xiaoping, La clase obrera debe hacer sobresalientes contribuciones a la materialización de las Cuatro Modernizaciones, 11 de octubre de 1978.
[6] Ibíd.
[7] V.I. Lenin, Papel y función de los sindicatos bajo la Nueva Política Económica, 30 de diciembre de 1921 – 4 de enero de 1922.
[8] Ibíd.
[9] V.I. Lenin, Sobre el impuesto en especie, 21 de abril de 1921.
[10] Deng Xiaoping, Respuestas a la periodista italiana Oriana Fallaci, 21 y 23 de agosto de 1980.
[11] Carlos Marx, Crítica del Programa de Gotha, parte I, Mayo de 1875.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

China es ya el motor mundial del sector energético

China ha pasado a ser el mayor inversor mundial en energía. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado este miércoles su primer informe sobre inversiones y destaca que después de tres años de supremacía de EEUU el gigante asiático se ha convertido en el motor del sector. Según el informe, la causa de ese cambio es el "récord de inversiones en el campo de la electricidad" en China, comparado con un descenso del capital invertido en proyectos de crudo y gas en EEUU, donde en años previos se canalizó mucho dinero a proyectos de extracción mediante 'fracking', ahora no rentables -el litro supera de coste al de venta por la OPEP e incluso al Brent- y con unos efectos desastrosos tanto medioambientales como económicos que han abierto un frente internacional contrario a estas prácticas del capitalismo salvaje y depredador.

La inversión global en energía disminuyó un 8 % en el 2015, hasta 1,8 billones de dólares, debido al descenso en proyectos de exploración y producción de gas y petróleo. La caída de los precios internacionales del petróleo ha desincentivado la inversión en grandes proyectos de extracción. La AIE, que se encarga de analizar el panorama energético para sus 29 países miembros, subraya que la ralentización de la economía china está afectando a las inversiones globales, por el descenso de la demanda de petróleo, gas y carbón.

En economías maduras como las de la Unión Europea, Japón y EEUU, el crecimiento del sector de los servicios "está rompiendo el vínculo entre demanda energética y crecimiento del producto interior bruto". Este cambio estructural se traduce en un aumento de la inversión en medidas de eficiencia energética, que alcanzó los 220.000 millones de dólares a nivel mundial en el 2015. La inversión en petróleo y gas sigue acaparando no obstante la mayor proporción de la inversión mundial, con un 45% del total, señaló la agencia al presentar su informe en Londres. La inversión global en electricidad aumentó hasta el récord de 690.000 millones de dólares, o el 37% del total, a pesar de que se registra un descenso de la demanda por la expansión de las redes de energía renovables.

La AIE alerta de que, dado que la mayor parte de la inversión se destina a sustituir activos viejos o deteriorados, "es clave que se aumente la inversión de forma sustancial para mantener la seguridad del suministro", pese a que los indicadores apuntan a una ralentización de la demanda energética, informa El Periódico.

China apuesta por la energía eólica, habiendo generado nada menos que 30.500 nuevos megavatios eólicos en un año. Eso es lo que ha instalado China en 2015, más que España en toda su historia (22.988 MW) y ha superado a Europa en potencia eólica instalada -145.100 MW frente a 141.600 MW-, arrebatándole el liderazgo mundial, según los datos del Global Wind Energy Council (GWEC). En total, se han instalado 63.013 MW eólicos en el mundo en 2015, lo que supone un aumento del 17% de la potencia acumulada, que alcanza los 432.419 MW. Junto con China, India se ha convertido en otro referente mundial.

China, líder indiscutible en energías renovables

China encabeza el ranking mundial en el aprovechamiento de las energías renovables. Centrándonos en la utilización de la energía eólica para la producción de electricidad, el balance del 2015 publicado por el Global Wind Energy Council (GWEC) confirma que el dominio chino es cada vez más abrumador. El año pasado se pusieron en marcha en China centrales o parques eólicos con una potencia instalada de 30.500 MW. Es decir, casi la mitad de los 63.013 MW de nueva potencia eólica que se pusieron el año pasado en todo el mundo correspondieron a centrales construidas en la China. El crecimiento de la potencia eólica instalada fue el año pasado del 17% a escala global mientras que el crecimiento en China fue del 22%.

El conjunto de las centrales eólicas chinas suman ahora una potencia instalada de 145.100 MW, por delante de los 141.600 MW del conjunto de la Unión Europea y los 74.471 MW de Estados Unidos. Para tener una idea de la magnitud del crecimiento de la eólica en la China basta con recordar que en el año pasado puso en marcha más energía eólica (30.500 MW) que en los 25 años de historia de la energía eólica en España (23.025 MW).

Para más desgracia para nuestro país, los datos del GWEC confirman que España no inauguró el año pasado ni una sólo instalación nueva. Es decir, que no sumó ni un sólo megawatio en todo el 2015. Esta paralización en la instalación de nuevos aerogeneradores -provocada por la negativa política energética del Gobierno central- ha hecho también que España pierda el puesto número cuatro en el ranking mundial de la energía eólica, una posición que ahora ocupa India (que el año pasado puso en marcha centrales con una potencia de 2.623 MW).

En Europa, el líder en energía eólica sigue siendo Alemania, que el año pasado sumó 6.013 MW. En la lista de nuevas instalaciones destacan también Polonia (1.266 MW), Francia (1073 MW), Reino Unido (975 MW) y Turquía (956 MW). Entre los países europeos en los que la energía eólica está estancada, aparte de España, se encuentran países como la República Checa, Bulgaria, Rumania y Malta.

Fuente: Sirius.cat

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Samir Amin: "China es hoy el único país del mundo que tiene un proyecto soberano"

Declaraciones del economista marxista Samir Amin, en exclusiva para el centro de análisis radicado en Rusia Katehon, en un artículo titulado "¿Cómo derrotar al imperialismo colectivo de la Tríada?"

Puedo resumir mi punto de vista sobre la situación de la economía moderna de la manera siguiente. Hemos estados inmersos en una crisis sistémica prolongada del capitalismo, que empezó en 1975 con el fin de la convertibilidad del dólar en oro. No se trata solamente de la crisis financiera de 2008. Se trata de una crisis sistémica prolongada del capitalismo monopolista que empezó hace 40 años y que continúa. Los capitalistas reaccionaron ante la crisis con una serie de medidas.  La primera fue fortalecer la centralización del control sobre la economía. Una oligarquía está dominando todos los países capitalistas – los Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña y también Rusia. La segunda medida era convertir todas las actividades productivas económicas en subcontratas del capital monopolista. Con esto quiero decir que no tiene ni siquiera un ápice de libertad. La competición es sólo retórica, no hay competición realmente. Hay una oligarquía que está controlando todo el sistema económico. Ahora nos estamos enfrentando a un frente unido de las potencias imperialistas, que conforman un imperialismo colectivo de la Tríada.

La Tríada son los Estados Unidos, Europa occidental y central, y Japón. Este grupo de países se ha convertido en un único poder imperialista, a la cabeza del cual están los Estados Unidos. Esto ha conducido a la profundización de la crisis. Esta crisis tiene forma de "L". Una crisis normal tiene una forma de "U", la economía crece después de un declive. Pero esta crisis es diferente. No hay forma de salir de ella; la única manera de salir es superar el capitalismo. No hay otra solución posible. El capitalismo debería ser considerado como un sistema moribundo. Para sobrevivir tiene que moverse hacia la destrucción y la guerra.

Tenemos una alternativa que es el socialismo. Sé que no es muy popular deciro, pero es la única solución. Es un largo camino que se inicia con la  reducción del poder de la oligarquía, el refuerzo del control estatal y el establecimiento de un capitalismo de estado que debería sustituir al capitalismo privado. Esto no quiere decir que el capitalismo privado no sobrevivirá, pero estará subordinado al control estatal. El control estatal debería ser utilizado tambiñen para sostener una política social progresiva. Esto debería garantizar el pleno empleo, los servicios sociales, la educación, el transporte, la infraestructura, la seguridad, etc.

El papel de China es muy grande porque tal vez sea hoy el único país del mundo que tiene un proyecto soberano. Esto significa que está tratando de implementar un modelo con una industria moderna en el que, por supuesto, el capital privado tiene mucho espacio, pero está bajo el control estricto del Estado. Simultáneamente, nos ofrece una apercibido del presente a la cultura. El otro modelo de la cultura económica china está basado en los productores familiares. China está caminando sobre dos piernas: sigue la tradición pero también participa en la globalización. Acepta la inversión extranjera, pero mantiene la independencia de su sistema financiero. El sistema bancario chino está bajo control exclusivo del Estado. El Yuan es convertible hasta cierta medida, pero está bajo el control del Banco de China. Este es el mejor modelo que tenemos hoy para hacer frente a los retos del imperialismo globalista.

Puede que Rusia se esté moviendo en esta dirección, pero no tanto como China, porque ha pagado un precio muy alto por la destrucción debida a la terapia de choque de la época de Gorbachov y Yeltsin. Estos líderes han llevado a Rusia a una oligarquía privada, estrechamente ligada al capitalismo financiero internacional de Estados Unidos, Alemania y otros. Esto ha reducido la capacidad rusa de control. Pero ahora Rusia se mueve gradualmente hacia el restablecimiento del control estatal sobre su propia economía

El mundo está hoy en serio peligro. El imperialismo colectivo de Estados Unidos, Europa Occidental y Japón está dirigido por el liderazgo estadounidense. Para mantener su control exclusivo sobre todo el planeta, no aceptan la independencia de otros países. No respetan la independencia de China y Rusia. Esta es la razón por la cual estamos a punto de enfrentar guerra continuas por todo el mundo. Los islamistas radicales son los aliados del imperialismo, porque son apoyados por los Estados Unidos para llevar adelante la destabilización. Esto es la guerra permanente. Creo que la mejor respuesta a ello es el proyecto eurasiático. Rusia debería unirse a China, los países de Asia central, Irán y Siria. Esta alianza podría ser también muy atractiva para África y buena parte de América Latina. En este caso, el imperialismo estaría aislado.