martes, 7 de marzo de 2017

Deshielo entre el Vaticano y Beijing

El pasado mes de febrero, el cardenal John Tong de Hong Kong anunció que el Vaticano y el gobierno chino habían llegado a un consenso para el nombramiento de obispos de la Iglesia católica de China, después de un año de intensas negociaciones.

No existen relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano desde que rompieron relaciones en 1951. Además de las diferencias sobre el nombramiento de los obispos, también está el problema de Taiwán. El Vaticano aún reconoce al gobierno de Taiwán como único gobierno legítimo de China.

Regularización de los obispos 

La Iglesia católica no reconoce la legitimidad de los siete obispos chinos nombrados por la Asociación Católica Patriótica China (CCPA), el sector de la Iglesia en China que acepta la autoridad del gobierno. Como resultado de ello, los chinos católicos están divididos entre dos grupos de obispos, uno reconocido por Beijing y otro por Roma, que ha nombrado a más de una treintena de obispos que predican en la clandestinidad. Cada grupo tiene alrededor de seis millones de seguidores.

Ahora, ambos estados han alcanzado un compromiso. Aunque la parte china se oponga a toda injerencia en la autoridad de la CCPA, ahora parece estar dispuesta a reconocer la última palabra del Pápa para aceptar o rechazar obispos que hayan sido nombrados por la Iglesia en China, así como a regularizar la situación de los obispos clandestinos designados por Roma. Por su parte, el Vaticano estaría dispuesto a "disculpar" a los siete obispos oficiales designados por la CCPA. Por otra parte, tres obispos han sido condenados por el Vaticano por "mala conducta", pero dejará que la investigación y posible sentencia contra ellos corra a cargo del estado chino.

Cambio de mentalidad

Por parte del Vaticano, este cambio se debe a un motivo generacional y se debe a las prioridades personales del Pápa Francisco, que quiere volver a la visión del Concilio Vaticano Segundo de los años 60, que quería someter a los católicos a las leyes y costumbres de las autoridades seculares de cada país.

Sin embargo, el nuevo acuerdo aún cuenta con muchos opositores, sobre todo en la Iglesia clandestina. El cardenal Joseph Zen, antiguo obispo de Hong Kong, ha sido particularmente explícito al sugerir en el periódico The Guardian que el Pápa es un "pequeño ingenuo" que "no tiene la experiencia necesaria para conocer a los comunistas en China". En otras ocasiones, Zen ha afirmado que el acercamiento crearía una situación de "falsa libertad" para los católicos, bajo cuyas circunstancias los creyentes sólo podrán rezar en casa.

La atenuación, en los últimos años, de la campaña contra la secta Falun Gong en China, sugiere que el gobierno chino se ha dado cuenta de los límites y los riesgos asociados a la criminalización de la religión. Por eso, desde la revisión de las normas sobre asuntos religiosos a partir en 2005, la política del gobierno chino consiste cada vez más en trabajar con grupos religiosos que prioricen los elementos socialmente progresistas de la religión. Además, el acuerdo con el Vaticano es una oportunidad para el gobierno de evitar que los 12 millones de católicos chinos puedan ser atraídos hacia las organizaciones clandestinas.

Las propias declaraciones del Vaticano subrayan que la Iglesia respeta a las autoridades seculares, subrayando que los católicos de China, incluyendo a los obispos no reconocidos, son ciudadanos que se someten al imperio de la ley. Como demostración de buena fe y espíritu de cooperación, el Vaticano denunció públicamente en noviembre del año pasado a un sacerdote de la provincia de Hebei que se nombró a sí mismo obispo de la Iglesia clandestina.

Diplomacia

Los canales diplomáticos en el Vaticano y en China han mostrado públicamente su optimismo respecto del futuro, y coinciden en que a partir de ahora la tarea consistirá en construir una confianza mutua. Pero no es posible saber para cuándo habrá una reanudación formal de las relaciones diplomáticas.

Con este acuerdo, la República Popular China tiene mucho que ganar a nivel internacional. El acercamiento con Roma tiene el potencial de alejar a Taiwán de su único apoyo diplomático en Europa (incluyendo a influyentes católicos como el vicepresidente Chen Chien-jen). También puede ser positivo para la imagen de China en países con una gran comunidad católica, como Filipinas o Estados Unidos, por no hablar de los partidos cristianos en Europa.

¿Persecución de los protestantes?

Recientemente, la ONG Freedom House publicó un informe sobre las religiones en China, titulado "The battle for China's spirit", que afirma que los budistas y taoístas tienen algunos problemas. El estudio reconoce que que los católicos pueden esperar tiempos mejores gracias al nuevo acuerdo con el Vaticano, pero según el mismo la tendencia general es hacia una mayor persecución de la religión, que afectaría principalmente a tres grupos: los musulmanes de la etnia uigur, la Iglesia protestante y la secta Falun Gong. Algunas iglesias protestantes estarían reconocidas, pero otros grupos practicarían la religión en la clandestinidad.

Pero quien se centra únicamente en la persecución de la religión en China no ve el cuadro de conjunto, escribe Ian Johnson, un periodista estadounidense muy conocido en Beijing, en su página web China Sources, que publica principalmente artículos sobre la religión en China. Ian Johnson sitúa el renacimiento de la religión en China a partir de 2010, y cuestiona la valoración del Freedom House, que según él encaja muy bien con la percepción occidental según la cual la religión es duramente perseguida en China.

Más tolerancia que persecución

Johnson se enfoca en el delito más grave señalado en el informe del Freedom House: la eliminación de más de 1.000 cruces de las iglesias protestantes en la provincia de Zhejiang. Johnson confirma que en muchas de estas iglesias se ha eliminado la cruz, pero señala que ninguna ha cerrado como lugar de culto, y afirma que la eliminación de la cruz respondía a una política local y de ninguna manera a una campaña nacional.

Aproximadamente el 10% de la provincia de Zhejiang es protestante (en comparación con un 4% para el conjunto de China). Lo que pasa es que se colocaron en los lugares de culto cruces gigantes que dominaban el horizonte de las ciudades. Esto daba la impresión de que toda la región era protestante, y ello hizo surgir un resentimiento en la mayoría de la población. Los protestantes veían en la colocación de cruces un testimonio de su fe, pero otros los interpretaban como un símbolo de vanidad para exponer su riqueza, o como un proyecto misionario. La venganza que siguió fue una política estrictamente local, y ahora parece haber terminado. Los grupos protestantes no han sido molestados en otros lugares de China.

Johnson también habla del futuro del protestantismo en China. señalando que además de los grupos protestantes reconocidos por el Estado, en las ciudades se ven muchas iglesias en residencias que atraen a creyentes educados y con éxito social, que ponen en marcha programas de ayuda para gente sin hogar, niños huérfanos e incluso para las familias de presos políticos.

Un tema sensible sigue siendo los lazos que tienen las iglesias con grupos extranjeros. Teóricamente, enviar gente al extranjero para recibir una formación, o recibir misioneros extranjeros son cosas que no están permitidas por las últimas normas. La pregunta sigue siendo hasta qué punto se aplican estrictamente: se sabe que muchos misioneros protestantes extranjeros residen en China enseñando inglés

Fuentes: 

http://www.chinasquare.be/actueel-nieuws/dooi-tussen-vaticaan-en-beijing/
http://www.eastasiaforum.org/2017/02/23/whats-behind-the-rapprochement-between-china-and-the-vatican/

1 comentario:

asesoria fiscal dijo...

Interesante, son cosas que no tenía el gusto de conocer pero que he leído de leerlas, gracias!