lunes, 26 de febrero de 2018

China conmemora 170° aniversario de Manifiesto Comunista

* El Noticiero del PCCh nos muestra su valoración del Manifiesto Comunista en su 170 aniversario.

BEIJING, 22 feb (Xinhua) — China conmemoró hoy el 170° aniversario de la publicación del Manifiesto Comunista, el documento político que guía al movimiento comunista.

Con la publicación del documento, escrito por Karl Marx y Friedrich Engels en febrero de 1848, el marxismo surgió “como un relámpago que se abre paso en medio del cielo oscuro”, dice un artículo publicado hoy por la Agencia de Noticias Xinhua.

En un comentario publicado hoy en el Diario del Pueblo, el órgano de difusión del Partido Comunista de China (PCCh), comparó al Manifiesto Comunista con “un amanecer glorioso en la historia espiritual de la humanidad” y como “un hogar espiritual para los comunistas”.

Los comunistas chinos de hoy pueden seguir aprendiendo bastante y ser inspirados por el Manifiesto Comunista, dice un artículo publicado en el Study Times, que es dirigido por la Escuela del Partido del Comité Central del PCCh.

El Comité Central de la Liga de la Juventud Comunista de China publicó el mensaje “Feliz Cumpleaños Manifiesto Comunista” en su cuenta pública de WeChat, el cual fue leído por más de 100.000 personas y gustó a miles.

“Del Manifiesto Comunista al leninismo, del Pensamiento de Mao Zedong, la Teoría de Deng Xiaoping, la Teoría de la Triple Representatividad y la Concepción Científica del Desarrollo hasta el Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Peculiaridades Chinas de la Nueva Época, podemos observar una trayectoria coherente”, comentó Han Zhenfeng, decano de la Escuela de Marxismo en la Universidad Jiaotong de Beijing.

Aunque China ha recorrido su propio camino de revolución y desarrollo socialista, el marxismo siempre ha sido la guía, declaró el profesor Chen Xianda de la Universidad Renmin de China.

El Manifiesto Comunista, entre otros clásicos del comunismo, podía observarse en el librero detrás del presidente Xi Jinping cuando pronunció un mensaje de Año Nuevo el 31 de diciembre de 2017, el cual fue transmitido por televisión e internet.

En los 170 años desde la publicación del documento, el mundo ha visto cómo China se transforma de un país débil y menos desarrollado en una nación próspera que rompe con el modelo de desarrollo del Occidente y concibe un patrón de modernización más adecuado.

El socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época no sólo es una causa de China sino también una parte importante y destacada del socialismo en el siglo XXI, dijo Jiang Hui de la Academia de Ciencias Sociales de China (ACSCh).

En el 2018 se conmemora el 170° aniversario del Manifiesto Comunista, así como el 40° aniversario del lanzamiento de la iniciativa de reforma y apertura de China socialista.

China ofrece una referencia a otros países en desarrollo que luchan por modernizarse, así como a los países desarrollados agobiados por dificultades inherentes, opinó Fang Ning, director del Instituto de Ciencia Política en la ACSCh.

domingo, 25 de febrero de 2018

La línea de masas es la arteria vital y la línea de trabajo fundamental del Partido


Por Xi Jinping

* A continuación presentamos los fragmentos de la intervención en la conferencia de trabajo sobre las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido. Texto perteneciente al libro de Xi Jinping "La gobernación y administración de China".

La línea de masas es la arteria vital y la línea de trabajo fundamental de nuestro Partido. Desarrollar las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido es una importante decisión de nuestro Partido en la nueva situación para perseverar en la necesidad de velar por su propia administración y disciplinarse con rigor.

Es una disposición primordial para estar a la altura de las expectativas de las masas, fortalecer la construcción de un partido gobernante marxista pue aprende, innova y sirve al pueblo. Es una medida cardinal para impulsar el socialismo con peculiaridades chinas, así que reviste de un significado importante y trascendental para mantener el carácter de vanguardia y la pureza del Partido, afianzar sus cimientos y estatus de gobernante y consumar la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada.

En primer lugar, el programa de las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido es una exigencia inevitable para alcanzar los objetivos de lucha establecidos en su XVIII Congreso Nacional. En este se planteó culminar la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada cuando se cumplan los cien años de la fundación del Partido Comunista de China, así como la transformación de China en un país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado y armonioso cuando celebre el centenario de proclamación de la Nueva China.

Después del Congreso, el Comité Central del Partido planteó un objetivo más: consumar el sueño chino de la gran revitalización de la nación china. La realización tanto de las metas de lucha establecidas en el XVIII Congreso del Partido como del sueño chino requiere que todos los camaradas militantes mantengan los excelentes estilos de nuestro órgano político.

¿Qué significa esto? Significa respetar los estilos de nuestro Partido de integrar la teoría con la práctica, estrechar los vínculos con las masas, ser críticos y autocríticos, así como luchar con tenacidad, actuar con ánimo realista y pragmático, etc. Durante la larga práctica de la revolución, la construcción y la reforma, nuestro Partido siempre ha exigido a todos los camaradas militantes adherirse a la gloriosa tradición y desarrollar el excelente estilo, lo que ha proporcionado importante garantía para que la causa del Partido y del pueblo marche constantemente de victoria en victoria.

En el nuevo periodo histórico de la reforma y apertura, somos conscientes de que a medida que la reforma se profundiza y la apertura al exterior se amplía, el Partido afrontará ciertamente riesgos y desafíos sin precedentes, así que la construcción de su estilo siempre supondrá una tarea importante y apremiante en la que no podremos relajarnos lo más mínimo y mucho menos detenernos por un instante.

Ya a inicios de la reforma y apertura, el camarada Deng Xiaoping recalcó: "En el presente periodo de viraje histórico, cuando problemas se acumulan como montañas y miles de tareas están por acometer, el fortalecimiento de la dirección del Partido y la rectificación de su estilo de trabajo revisten de significación decisiva" 1.

Tanto el colectivo dirigente central de la segunda generación del Partido con el camarada Deng Xiaoping como núcleo, y el de la tercera generación con el camarada Jiang Zemin como núcleo, como el Comité Central del Partido con el camarada Hu Jintao como secretario general dieron suma importancia a la construcción del estilo de trabajo del Partido, y para ello llevaron a cabo una sucesión de programas durante todos estos años -la consolidación del Partido 2, la educación en tres énfasis 3, la educación sobre el mantenimiento del carácter vanguardia de los militantes del Partido Comunista 4 y el estudio y la práctica a fondo de la concepción científica del desarrollo 5, entre otros.

Nuestro Partido enfatiza que su estilo tiene un impacto directo en su imagen, en la simpatía o desaprobación del público y en la supervivencia o ruina del Partido y el Estado. Para fortalecer y mejorar la construcción del estilo del Partido, la clave está en mantener sus estrechos lazos con las masas populares. Igualmente somos conscientes de que el mayor peligro que corre un partido gobernante marxista es su divorcio de estas.

Al volver la mirada, desde la III Sesión Plenaria del XI Comité Central, la fisonomía espiritual de todo el Partido y el estado de su estilo se han renovado por completo debido a que nuestro Partido tiene restablecida la línea ideológica de emancipar la mente y buscar la verdad en los hechos, atribuye siempre suma importancia a la construcción del estilo y hace lo propio con el mantenimiento de sus lazos estrechos con las masas populares, proporcionando así importantes garantías para impulsar sin contratiempo la reforma, la apertura y la modernización socialista.

Tanto la historia como la realidad presente nos enseñan que la estrecha vinculación con las masas encarna la naturaleza y el propósito del Partido, es la señal que lo distingue de otros partidos, y también es una importante razón de su desarrollo y fortalecimiento. Asimismo ratifican que el mantenimiento de los vínculos estrechos con las masas populares determina el éxito o el fracaso de su causa.

Dado que nuestro Partido proviene del pueblo, está arraigado en el pueblo y presta servicio al pueblo, en el pueblo están sus raíces, sangre y fuerza. Si pierde la aprobación y el apoyo del pueblo, será imposible hablar de la causa y el trabajo del Partido. Para continuar superando con éxito las pruebas de la gobernación, la reforma y la apertura, la economía de mercado y el ambiente exterior, el Partido debe estar siempre íntimamente vinculado con las masas. En ningún momento ninguna circunstancia deberá cambiar la posición de asumir el destino del pueblo, olvidar el propósito de servirle de todo corazón y descartar el punto de vista del materialismo histórico de que las masas son verdaderos héroes. El Partido deberá persistir siempre en servir a los intereses del pueblo y gobernar el país por el bien del pueblo.

Ahora, con el fin de cumplir los objetivos de lucha establecidos en el XVIII Congreso del Partido y el sueño chino, debemos apoyarnos firmemente en el pueblo y movilizar plenamente el entusiasmo y la iniciativa de las más amplias masas populares. El despliegue de las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido procura precisamente conseguir que todos los camaradas militantes tengan bien presente y se adhieran al propósito fundamental de servir de corazón al pueblo y, con un excelente estilo, unan fuerzas para realizar los objetivos y las tareas definidos en el XVIII Congreso del Partido.

Segundo, el lanzamiento de las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido es una exigencia inexorable para preservar el carácter de vanguardia y la pureza del Partido y para consolidar su base y estatus de gobernante. Esta preservación consolidación es una cuestión fundamental y un tema de actualidad que enfrenta el Partido en su propia construcción.

Como hemos dicho en reiteradas ocasiones, el carácter vanguardia del Partido y su estatus de gobernante no se consigue una vez ni es inalterable. Haber sido vanguardia en el pasado no significa serlo ahora, ni serlo ahora equivale a serlo por siempre. Haber tenido en el pasado no significa tener ahora, ni tener ahora equivale a tener por siempre. Esta es una conclusión a la que hemos llegado en nuestro análisis sobre la base del materialismo dialéctico e histórico. ¿En qué nos apoyaremos para preservar el carácter de vanguardia y la pureza del Partido y para consolidar su base y estatus de gobernante? El apoyo más importante consiste en persistir en la línea de masas del Partido y mantener estrechos lazos con ellas.

Quien conquista la simpatía del pueblo, conquista el poder y quien la pierde, pierde el poder. La aprobación y el apoyo del pueblo son las bases más sólidas para la gobernación del Partido. La simpatía o la desaprobación del pueblo determinan la supervivencia o la ruina del Partido. Solo dedicándose en cuerpo y alma al pueblo, compartiendo el destino del pueblo y apoyándose constantemente en él para impulsar el avance de la historia, podrá el Partido "permanecer firme" 6 tan tranquilo como el monte Taishan y tan sólido como una enorme roca a pesar de que "negros nubarrones acechen la ciudad y amenacen con aplastarla" 7.

El lanzamiento de las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido busca precisamente que los valores de servir al pueblo, proceder con espíritu realista y honestidad se arraiguen en el pensamiento y la acción de toda la militancia, consoliden los cimientos del gobierno del Partido, afiancen su condición de gobernante, y aumenten su fuerza creadora, cohesiva y combativa, de manera que la preservación del carácter de vanguardia y la pureza del Partido y la consolidación de su base y estatus de gobernante cuenten con el amplio, profundo y confiable apoyo popular.

Y tercero, el lanzamiento de las actividades de educación y práctica de la línea de masas del Partido es una exigencia ineluctable para resolver los problemas destacados y que son motivo de queja vehemente de las masas. En términos generales, la situación actual es buena en cuanto a la implementación de la línea de masas del Partido por las organizaciones partidistas de las diversas instancias, militantes y cuadros. También son buenas las relaciones del Partido y los cuadros con las masas. Los militantes y los cuadros, en el cumplimiento de sus diversas labores en la reforma, el desarrollo y la estabilidad, han contribuido con abnegación y jugado el papel de vanguardia y modelo, granjeándose la aprobación y el apoyo de las amplias masas populares. Esta la corriente principal y debe ser afirmada plenamente.

Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que frente a los profundos cambios en la situación del mundo, del país y del Partido, los peligros de la fatiga espiritual, la falta de capacidad, el divorcio de las masas populares, la pasividad y la corrupción, entre otros, se plantean más agudamente ante todo el Partido. En el seno del Partido existe un cúmulo de problemas referentes al divorcio de las masas, algunos bastante graves, como los cuatro hábitos malsanos del formalismo, el burocratismo, el hedonismo y la tendencia al derroche y la suntuosidad.

El formalismo se manifiesta principalmente en la falta de concordancia entre el saber y el hacer, la falta de búsqueda de resultados reales, el exceso de documentos y reuniones, la vanidad y la falsedad. Algunos cuadros dejan de estudiar la teoría del Partido o de adquirir conocimientos necesarios para realizar su trabajo, otros se contentan con el conocimiento superficial, se detienen cuando apenas han empezado y no procuran comprender a fondo, y carecen de la capacidad para su aplicación concienzuda en la práctica, se refugian en la necesidad de redactar documentos y convocar reuniones para generar más documentos y reuniones.

Hay quienes se aficionan a la interpretación de papeles protagónicos. En algunos lugares, la prioridad es destacar los discursos de los dirigentes en los periódicos y la televisión mientras descuidan el trabajo. Otros trabajan sin énfasis en los resultados reales, no tienen interés en la solución de las contradicciones y los problemas existentes -su único objetivo es congraciarse con sus superiores, hacer titulares, decorar sus informes de trabajo o balances de fin de año... Una ceremonia tras otra, un informe otro, un premio tras otro. A esto lo llamamos el estilo "Krikun" 8.

Para otros dirigentes, las encuestas a nivel de base no son más que un cómodo paseo en coche, una rápida mirada a través de la ventanilla, una afable pose ante las cámaras, una mirada superficial al mundo exterior en vez de una exhaustiva investigación por todos sus rincones y rendijas. No por gusto, las masas aseguran que el papeleo mantiene apartados a los dirigentes de la vida real, y que una montaña de formalidades se interpone ante la aplicación de las políticas. Otros, a sabiendas de lo falsas que son las situaciones, las cifras y los informes que les han entregado, los dejan pasar indiferentes, e incluso buscan la forma de pintar un cuadro de paz inexistente.

El burocratismo es el divorcio de la realidad y de las masas, la arrogancia, la indolencia ante la realidad, el engreimiento y el falso ego. Algunos dirigentes del Partido ignoran la realidad y se desentiende de ésta, son reacios a adentrarse en las zonas donde la vida es dura, reacios a ayudar a las entidades de base y las masas a solucionar los problemas prácticos e incluso prefieren no tener nada que ver con ellas para evitar los problemas, trabajan para cubrir las apariencias y eluden todas sus responsabilidades. Otros, desatendiendo la realidad local y las aspiraciones de las masas, suelen tomar decisiones a su antojo y hacer promesas vacías.

Lanzan a ciegas proyectos costosos y dan la espalda cuando estos fracasan, dejando a su paso una estela de problemas por resolver. Otros adulan y lisonjean a sus superiores, mandan déspota y rudamente a sus inferiores. Las personas que necesitan de sus servicios encuentran difícil entrar a sus oficinas, plantear sus problemas y conseguir un compromiso de acción. Estos dirigentes llegan incluso a exigir dinero antes de hacer las cosas que son parte de su contenido de trabajo y abusan de su poder una vez que las asumen. Otros sencillamente siguen los planes y disposiciones de sus superiores sin tomarse el trabajo de entenderlos, llevan a vías de hecho las decisiones de sus superiores de manera superficial, y actúan a la vieja usanza sin reparar en lo más mínimo en las circunstancias reales de la localidad o departamento. Otros son tan burócratas y autoritarios que creen ser el número uno bajo el cielo, que solo cuenta lo que ellos dicen y rechazan la crítica y la ayuda, excluyen a las demás personas y rehúyen escuchar opiniones distintas.

El hedonismo se manifiesta principalmente en la negligencia espiritual, la falta de superación, la persecución de la fama y el beneficio, la vanidad, la ostentación y la codicia. Algunos dirigentes del Partido, desmoralizados y sin fe, abrazan la filosofía de vida de buscar el placer, "embriagándose en el vino hogaño" 9 y "satisfaciendo su sed hasta la saciedad cuando la vida es ufana" 10. Otros han abandonado sus ideales a favor del goce material, la vulgaridad, las orgías y el lujo. Otros prefieren las cargas livianas a las pesadas, renegando de las penalidades y el trabajo duro. Les falta motivación porque se contentan con los conocimientos y los logros ya obtenidos, no tienen metas nuevas y "pasan los días hablando y leyendo el periódico con una taza de té en la mano y una pierna cruzada sobre la otra".

El derroche y la suntuosidad lo definen la ostentación y el despilfarro, la dilapidación desmedida, la construcción de obras costosas, interminables fiestas, el lujo, la lujuria y la disipación, el abuso de poder a la caza de beneficios personales, y la corrupción y la degeneración. Algunos gastaron cientos de millones de yuanes para construir edificios de oficinas magníficos y lujosos, que ocupan seis o siete hectáreas de tierra y contienen instalaciones donde se puede comer, beber y hasta divertirse. Otros son amantes de las fiestas y ceremonias al punto de dilapidar millones e incluso decenas de millones de yuanes en un solo evento. ¡Pero qué derroche de recursos humanos y materiales! A otros no los satisfacen sus mansiones, sus coches lujo, sus banquetes, ni la ropa de marca que llevan puesta. Otros piden recepciones por encima de las reglas, se hospedan en hoteles, comen todo tipo de manjares, toman vinos finos y aceptan sobornos. Otros tienen tarjetas de miembro y de consumo de muy alto valor en sus bolsillos, buscan placer en los clubes y complejos deportivos costosos, viajan dentro y fuera del país libremente e incluso van a los casinos en el extranjero a gastar grandes sumas de dinero como si fuera agua. Hay quienes se vanaglorian de su mala conducta, de su corrupción moral y vida depravada en vez de avergonzarse.

Hablo de estos problemas para advertir a todos los miembros del Partido. Si permitimos que estos problemas se expandan como la hierba, las consecuencias serán desastrosas y la tragedia de "Adiós a mi concubina" 11, con la que el camarada Mao Zedong solía metaforizar la pérdida del poder, podrá hacerse realidad. Lamentablemente, algunos de nuestros camaradas se han acostumbrado a estos problemas y los dan por hecho. Esto es mucho más peligroso. Como dice el refrán, "cuando uno permanece mucho tiempo en la pescadería, se acostumbra al olor del pescado" 12.

Debemos tener bien presente la antigua advertencia de que "el despilfarro y la extravagancia conducen también a la ruina" 13, y hacer una gran revisión, reparación y limpieza de los males del estilo de trabajo y las malas conductas del Partido, con el fin de resolver problemas relevantes que suscitan fuertes quejas entre las masas populares.

Notas:

  1. Deng Xiaoping: "Persistir en los cuatro principios fundamentales", Textos escogidos, t. II, pág. 178, edición 1994.
  2. Se refiere a la consolidación integral del estilo del Partido y de sus organizaciones que se llevó a cabo desde el invierno de 1983 hasta 1987, con la tarea fundamental de unificar el pensamiento, consolidar el estilo de trabajo, reforzar la línea de masas es la arteria vital y la línea de trabajo fundamental del Partido depurar las organizaciones.
  3. Se refiere a la educación sobre el espíritu del Partido y el estilo de trabajo del Partido con el estudio, la política y la integridad moral como contenidos principales, emprendida por el PCCh entre noviembre de 1998 y diciembre de 2000 en los equipos de dirección y cuadros dirigentes del Partido y el gobierno a nivel distrital y superior.
  4. Se refiere a las actividades de educación sobre el mantenimiento del carácter de vanguardia de la militancia con la práctica del importante pensamiento de la "triple representatividad" como contenido principal, emprendida por el PCCh en todas sus filas entre enero de 2005 y junio de 2006. Actividades en las que participaron los más de 70 millones de militantes del Partido y sus más de 3.500.000 organizaciones de base.
  5. Se refiere a las actividades de estudio y práctica profunda de la concepción científica de desarrollo, emprendidas por turnos por el PCCh entre septiembre de 2008 y febrero de 2010 con los equipos de dirección y cuadros dirigentes del Partido a nivel distrital y superior como sujetos prioritarios y con la participación de toda la militancia.
  6. Mao Zedong: "Melodía Xijiangyue Montañas de Jinggang", Colección de poemas, Editorial Central de Documentos, edición 2003, pág.13.
  7. "Viaje del prefecto de Yanmen", de Li He (790-816), poeta de la dinastía Tang, nacido en Fuchang (actual Yiyang, provincia de Henan).
  8. Nombre que recibe el reportero que escribe noticias basadas en rumores. Personaje del drama "Krikun, un periodista en el Frente", escrito por el ruso A. E. Korneichuk durante la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética. De ahí que más tarde se utilizara el nombre de "Krikun" para hacer alusión a la fabricación y exageración de noticias.
  9. Autoesparcimiento, poema de Luo Yin (833-919), literato de la dinastía Tang, nativo de Xincheng (actual Fuyang, provincia de Zhejiang), Hangzhou.
  10. Brindis, poema de Li Bai.
  11. A finales de la dinastía Qin, el general insurgente Xiang Yu (autoproclamado rey hegemónico de Chu del Oeste), autoritario y ajeno a las opiniones de otros, acabó siendo derrotado y asediado en Gaixia, en la guerra de su Estado de Chu contra el de Han. Entonces, bebía con su amada, la concubina Yu Ji, y cantaba exaltado y triste. La concubina Yu bailó por última vez para Xiang y luego tomó su espada y se suicidó. Xiang Yu rompió el cerco al frente de sus tropas y huyó a la ribera del río Wujiang, donde se quitó la vida. La frase "Adiós a mi concubina" alude aquí al colapso final a causa del autoritarismo y el divorcio de las masas. Refiérase a los Registros históricos -biografía esquemática de Xiang Yu, de Sima Qian.
  12. Enseñanza familiar de Confucio (Kong Zi Jia Yu).
  13. Nuevo libro de la dinastía Tang (Xin Tang Shu).

Fuente: www.socialismocientifico.com

viernes, 23 de febrero de 2018

Tíbet, región autónoma de China (2)

Por Manuel Corpa

En el artículo anterior mostré que Tíbet formó parte de la estructura política de China, al menos, desde el siglo XIII. Hoy mostraremos de dónde procede la consigna de “Tíbet independiente.”

A finales del siglo XIX el Imperio británico, compitiendo por la rapiña con otros países imperialistas, incrementó sus esfuerzos para apropiarse territorios chinos y, en concreto, de Tíbet. En 1903 iniciaron una nueva agresión armada que los permitió conquistar la capital, Lasa, en 1904. La versión británica justifica esa invasión con el argumento de frenar a la Rusia zarista que también ansiaba más territorios. Según su versión tras lograr esa gran victoria, se replegaron ordenadamente y abandonaron Tíbet.

¿Invadieron Tíbet para frenar a los rusos y tras conquistar la capital se retiraron voluntariamente? ¿A que no tiene sentido?

Más creíble es la versión china. Según ésta no se retiraron voluntariamente, sino que fueron expulsados. Tras feroces ataques de los soldados tibetanos y el hostigamiento de la población, se vieron obligados a abandonar primero Lasa y después Tíbet. El ejército imperial británico fracasó en su intento de convertir Tíbet en una colonia.

A pesar del fiasco no cejaron en su empeño. Continuaron el acoso a Tíbet con su acostumbrada estrategia del “divide y vencerás”. Empezaron a comprar voluntades, a enfrentar a las diferentes etnias y a sembrar la consigna de Independencia de Tíbet.

El 31 de agosto de 1907 Gran Bretaña y Rusia celebraron la Convención Anglo-Rusa en la que trataron, entre otros temas, de Tíbet. Esa fue la primera vez que en un documento internacional figuró esa tierra como protectorado de China, en vez de como parte de la soberanía China.

En 1913/14 el Imperio británico convocó la Conferencia de Simla, en India, con la República China y “representantes” de Tíbet. Allí propusieron partir Tíbet en dos: una parte quedaría bajo la plena soberanía de China y la otra sería un protectorado chino, sobre el que no podría imponer sus políticas. El representante de la República China rechazó la propuesta y abandonó la reunión. La Conferencia fracasó.

Durante la primera mitad del siglo XX la conflictividad en China fue una constante. La derrota del movimiento patriótico de los Boxers y el humillante desfile militar en la Plaza de Tienanmen en 1900, de tropas de 8 potencias; el hundimiento, no sólo de una dinastía, sino de un régimen monárquico con más de 3700 años de pervivencia, la proclamación de la República, la división del poder político entre los señores de la guerra,  la invasión japonesa y la guerra civil, facilitaron un distanciamiento entre los poderes locales de diversas zonas respecto al gobierno central. Tíbet no fue una excepción. Los británicos que no dejaron de hozar en la tierra tibetana ni un momento, supieron aprovecharse.

La I Guerra Mundial fue una guerra imperialista y una desgracia tremenda para Europa; pero a China la libró de ser desmembrada. Todos los países imperialistas que la agredían participaron en la IGM y, menos los EE.UU.[1] y Japón, quedaron arruinados. Además,  Rusia abandonó, tras el triunfo de la revolución bolchevique, el bloque agresor. Tras finalizar la guerra, las potencias europeas tuvieron que dedicar esfuerzos a reparar sus economías, a diseñar el nuevo mapa europeo y a tratar de frenar el contagio revolucionario en Europa. Lo hicieron tan mal que dos décadas después el mundo sufrió su mayor guerra.

Además, en el período de entreguerras se produjo la “gran depresión” que pareció que podía hundir el sistema capitalista mundial.

Tras la IIGM, en 1947, en alianza con los EE.UU., el ya debilitado Imperio británico, volvió a la carga. Sus representantes convocaron una Cumbre Asiática. En el mapa de la conferencia figuraba Tíbet como país independiente y en el hall ondeaba la bandera tibetana junto a las de otros países. La delegación de la República China protestó y los organizadores rectificaron.

Desde 1945 la guerra civil asolaba China. En 1947 todo parecía indicar que el Guomindang, masivamente apoyado por los EE.UU. y, hasta entonces, no mal visto por la URSS, saldría vencedor. Pero esas expectativas tan favorables para los imperialistas no se cumplieron.

1 de Octubre de 1949: Proclamación de la República Popular China

 La Nueva China se constituyó el 1 de octubre de 1949. En el acto de presentación del gobierno celebrado en la Plaza de Tien Anmen, su primer Presidente, Mao Zedong, enfatizó que “el siglo de las humillaciones” se había terminado. “Nos hemos puesto en pie”, proclamó. Ese mismo día recibió un telegrama del X Panchen Lama (segunda autoridad religiosa en Tíbet) que decía:
“Envíen tropas para liberar Tíbet y expulsar a los imperialistas tan rápido como sea posible”.
El 23 de noviembre Mao respondió con otro telegrama, donde le aseguraba que el ELP cumpliría con los deseos del pueblo tibetano.

El 2 de diciembre el Reting Yeshe Tsultrim, ayudante del 5º Regente Reting Rinpoche, arribó a Xining (Qinghai) para quejarse al Ejército Popular de Liberación Popular (EPL) de las atrocidades de los imperialistas que estaban destruyendo la unidad interna de Tíbet. Les urgían a que les liberaran tan rápido como pudieran. Hay muestras de numerosas peticiones de diferentes sectores de la sociedad tibetana apremiando al PC chino y al EPL para liberar Tíbet de los imperialistas. Y fueron escuchadas.

La proclamación de la R.P. China se produjo antes de que la guerra hubiera terminado. El desplome del ejército del Guomindang era inminente y el deseo de que triunfara el PC era amplísimo en toda la nación, incluyendo a sectores de la burguesía. Por ello, Mao pensaba que Tíbet podría liberarse pacíficamente por el EPL, como había pasado en las provincias próximas, Yunnan, Sichuan, Ningxia, Etc. donde habitaban minorías tibetanas o musulmanas. 

En el mes de diciembre Mao Zedong envió un telegrama al ejército ubicado en Qinghai donde les decía que debían avanzar tan pronto como pudieran.

A finales de 1949, el estadounidense Lowell Thomas anduvo por Tíbet, negociando con la elite el apoyo de su país. Tras volver a los EE.UU. escribió en un periódico: “EE.UU. está preparado para reconocer a Tíbet como un país independiente.”

Entre el mes de enero de 1950 y septiembre hubo innumerables intentos del Gobierno Central chino de entablar negociaciones con el gobierno local que era lo que, mayoritariamente, querían los habitantes de Tíbet. Mientras, el gobierno de Tíbet recibía armamento y, con apoyo estadounidense, creaba  7 cuerpos de ejército y los ubicaba en los alrededores de Chamdo a lo largo de la orilla occidental del río Jinsha.[2] 

El día 6 de octubre el EPL vadeó el río y el día 19 Chamdo fue liberada. El gobierno local de Tíbet se dividió y el regente tuvo que dimitir. A partir de ahí se crearon las condiciones para una solución pacífica de la situación en Tíbet. El día 17 de noviembre el Dalai Lama, alcanzada la mayoría de edad, 16 años, ocupó el poder. A principios de 1951 el gobierno local acordó entablar negociaciones con el Gobierno Central chino y el Dalai Lama envió una carta solicitándolas. El día 17 de abril de ese año las delegaciones de Tíbet se reunieron en Beijing. Iban mandatados por escrito por el gobierno local, reconociendo que Tíbet era una parte inseparable de China.

El día 23 de mayo se firmaba, entre el Gobierno Central de China y el Gobierno local de Tíbet, el Acuerdo “Medidas para la liberación pacífica de Tíbet” conocido como el Acuerdo de los 17 Artículos. Un punto decía: Las agresivas fuerzas imperialistas de los EE.UU. y Gran Bretaña deber abandonar Tíbet. Tras ese acuerdo el EPL entró pacíficamente en Tíbet.

¿Qué encontraron? No un Sangri-la, sino una teocracia. En el siguiente artículo la describiremos y hablaremos de la situación actual.

Notas:
  1. Como es sabido las dos guerras mundiales fueron un gran negocio para ellos.
  2. Hoy se sabe que no es un río distinto al Yangtzé, sino su cabecera.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Seguro médico básico de China abarca a 1.350 millones de personas


BEIJING, 12 feb (Xinhua) -- El seguro médico básico de China ahora cubre a 1.350 millones de personas, dijo la Comisión Nacional de Salud y Planificación Familiar.

La tasa de cobertura del seguro se mantiene estable en 95 por ciento de la población, dijo hoy el subdirector de la comisión, Wang Hesheng, en conferencia de prensa.

Otro programa de seguro de gastos médicos mayores abarca a 1.050 millones de personas, indicó Wang, quien añadió que un mecanismo de asistencia médica de emergencia ha ayudado a cerca de 700.000 personas desde el 2013.

La futura reforma médica se enfocará en promover el desarrollo equilibrado de los servicios médicos en diferentes regiones, declaró Wang.

Puntos significativos del informe del camarada Xi en el XIX Congreso [Diapositivas]

El informe que hizo el miércoles el secretario general del Partido Comunista de China, Xi Jinping, en la sesión inaugural del XIX Congreso Nacional del partido gobernante de China, usa más de 60 páginas para diseñar las orientaciones para el desarrollo del país en todos los ámbitos. Pero ¿qué son los contenidos que se relacionan directamente con los chinos común y corrientes?




19-10-2017

Fuente: Radio Internacional de China en español

Revisando los logros de China tras 40 años de reforma y apertura [Vídeo]


¿Por qué China puede mantener la seguridad y la estabilidad públicas?


Beijing,08/02/2018 (El Pueblo en Línea) -- Para muchos extranjeros que han visitado o trabajado en China, una de sus fuertes impresiones es que el país es muy seguro. Aquí, puedes salir solo a altas horas de la noche para comer en un puesto de comida sin sentir nervios. También puedes dejar que tus hijos menores viajen en transporte público solos sin preocuparte por su seguridad.

Este año, 2018, se celebra el 40 aniversario del lanzamiento de la política de reforma y apertura de China. En las últimas cuatro décadas, el país ha logrado un rápido crecimiento económico, mientras que la paz social y la estabilidad se han mantenido en la mayor medida al menor costo. Por supuesto, todavía hay problemas sin resolver. Sin embargo, desde la perspectiva general, la sociedad china sigue siendo armoniosa y segura. En mi opinión, esto debería atribuirse en gran medida al entorno cultural, económico y político del país.

China tiene una civilización consagrada por el tiempo, que abarca unos 5.000 años y continúa ininterrumpidamente hasta el día de hoy. Como resultado, los chinos comparten un fuerte sentido de pertenencia a su patria, de la que están muy orgullosos. En el idioma chino, país o "guojia" contiene dos caracteres. Mientras que la primera palabra "guo" (国) significa literalmente país, la segunda palabra "jia" (家) significa hogar o familia. A los ojos de los chinos, el país es como una gran familia. Es por este fuerte sentido de pertenencia que la sociedad china sigue siendo tan cohesionada.

Como dice un antiguo proverbio chino, "cuando los graneros están llenos, la gente conocerá el sentido de propiedad y moderación". Una sociedad puede ser estable y ordenada solo cuando su gente puede tener una vida próspera. Después de la introducción de la política de reforma y apertura en 1978, China logró un rápido crecimiento económico y un progreso científico y tecnológico significativo. Se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo, con un PIB per cápita que se ha duplicado y redoblado muchas veces en las cuatro décadas. Mientras tanto, el gobierno chino ha tomado diversas medidas, tales como la lucha contra la corrupción, la reducción de la pobreza y la promoción del estado de derecho, a fin de mantener la equidad social. Gracias a estos esfuerzos, los factores potenciales que podrían desestabilizar a la sociedad se han reducido en gran medida.

Además de los departamentos gubernamentales, incluidos los departamentos de policía y judiciales, el público en general también contribuye mucho a la gobernanza social. "Damas de Xicheng" es un ejemplo sobresaliente. Con chalecos y gorras rojas, mujeres voluntarias de mediana edad y ancianas en el distrito de Xicheng de Beijing actúan en diversas funciones: patrullas, personal de limpieza y asistentes de estacionamiento, para garantizar un entorno limpio, seguro y armonioso. Otro ejemplo es el concepto del "residentes de Chaoyang", que ayudan a la policía a investigar actividades de estafa, la participación de personajes famosos en drogas y otros casos.

El desarrollo de la tecnología de la información ha creado nuevas formas de vincular a la policía y el público. Por ejemplo, el Buró de Seguridad Pública del distrito Chaoyang de Beijing lanzó "ChaoyangResident HD", una aplicación móvil diseñada para recolectar información del público. Combatiendo de manera conjunta los crímenes de esta manera, el público y la policía han desarrollado un nivel cada vez mayor de confianza mutua e interacción positiva.

La seguridad y estabilidad en China no fue fácil. Más bien, debe atribuirse a los esfuerzos realizados por 1.300 millones de personas para buscar la equidad y la justicia bajo el liderazgo del Partido Comunista de China y el gobierno chino. Tanto para los chinos como para los extranjeros que viven en el país, la sensación de seguridad es muy valiosa.

lunes, 19 de febrero de 2018

Presidente chino resalta dificultad y urgencia de reducción de pobreza



CHENGDU, 14 feb (Xinhua) -- El presidente de China, Xi Jinping, ha resaltado la dificultad del combate contra la pobreza y la urgencia de resolver los problemas significativos en la reducción de ese flagelo.

Xi, también secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, hizo estas declaraciones el lunes en un simposio sobre la reducción de la pobreza en Chengdu, capital de la provincia suroccidental de Sichuan.

La erradicación de la pobreza, como una de las "tres duras batallas" de China, tiene un gran significado para la construcción de una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos y alcanzar su primer objetivo centenario, destacó Xi.

La lucha contra la pobreza debe avanzar con firmeza y sin pausas ni negligencias, destacó el presidente, quien resaltó la calidad del trabajo de reducción de la pobreza con el foco puesto en las zonas muy deprimidas económicamente.

En el simposio, Xi escuchó los informes y consejos de los funcionarios locales de las regiones occidentales y meridionales golpeadas por la pobreza, y discutió con ellos sobre las cuestiones relacionadas con el alivio de la pobreza.

Xi, quien resaltó que se han logrado progresos decisivos ya que China se ha empleado a fondo en la lucha contra la pobreza, manifestó que el éxito se le debe atribuir al liderazgo del Partido Comunista de China, las estrategias enfocadas, el robusto apoyo financiero y los requisitos estrictos para los trabajos de erradicación de la pobreza.

Durante la campaña de alivio de la pobreza, China ha construido un sistema de alivio con peculiaridades chinas, proporcionando conocimiento y soluciones para la reducción global de la pobreza, agregó.

Xi también quiso destacar los retos y dificultades en la batalla, ya que el país todavía necesita sacar de la pobreza a más de 30 millones de personas en los tres próximos años.

Xi enumeró unas serie de prácticas indeseables: formalidades por el motivo de las formalidades, burocratismo, falsificación y negligencia, y pidió esfuerzos persistentes para luchar contra todos los tipos de retos y trabajos duros en el trabajo futuro.

China quiere eliminar la pobreza para 2020 como parte de la creación de una sociedad modestamente acomodada. La tasa de pobreza del país ha caído del 10,2 por ciento en 2012 al 3,1 por ciento en 2017, después de que en los últimos cinco años 68,53 millones de personas dejasen atrás sus pobres condiciones de vida.

Xi pidió a las autoridades locales que asuman sus responsabilidades y mejoren el liderazgo en materia de reducción de la pobreza y que sigan la meta de eliminar la pobreza absoluta en 2020.

Los fondos para la reducción de la pobreza deben gastarse de una forma transparente, afirmó Xi, que solicitó a las partes implicadas que hagan pública la distribución y el uso que se da a ese dinero. Desaprovechar o hacer un mal uso del mismo está prohibido. Se aplicarán severos castigos si se detecta corrupción.

Los funcionarios a cargo de la reducción de la pobreza deben recibir formación intensiva sobre cómo desarrollar el trabajo dirigido a objetivos concretos. Se debe estimular que la población que vive en la pobreza salga de esa situación a través del trabajo duro y de una forma más proactiva.

El presidente pidió a todos los chinos que hagan esfuerzos concertados y luchen por la victoria en la batalla contra la pobreza.

viernes, 16 de febrero de 2018

Tíbet, región autónoma de China

Por Manuel Corpa

Lhasa, capital del Tíbet.

La leyenda del Tíbet. Una leyenda muy extendida por Hollywood y otros medios de propaganda presenta al Tíbet, anterior al gobierno comunista, como un nuevo Sangri-la o Paraíso perdido ubicado en el Himalaya. La gente era muy dichosa, se pasaba el día extasiada rezando, o en fiestas, cantando, bailando y riendo felices, con mesas llenas de viandas con manjares exquisitos. Eran gobernados por una persona a imagen y semejanza de Buda, gordito, bonachón, bondadoso, democrático y defensor de derechos humanos. Pero un día de 1950 fueron invadidos por un ejército de malvados soldados comunistas que atacaban los templos y se apropiaban de sus riquezas. Ellos se rebelaron heroicamente con su Dalai Lama a la cabeza, pero fueron derrotados y masacrados. Un régimen totalitario y sanguinario les fue impuesto. Por poner un ejemplo, en Lasa, la capital de ese Sangri-la, donde habitaban 40.000 personas, fueron asesinados 87.000 ó más. Pero su amado jefe-dios ha huido sano y salvo y un día retornará y les devolverá su felicidad pérdida. Esta bonita leyenda sólo tiene un inconveniente: es falsa. Veamos los hechos, aunque previamente tengamos que hacer una aclaración.

En “Occidente”, en parte por desconocimiento y en parte intencionadamente, se confunde a la etnia Han, mayoritaria, con la nacionalidad china. China está formada por 56 etnias reconocidas oficialmente, con su lengua, su artesanía, su arquitectura, su folklore, Etc. diferenciados. Los miembros de la etnia tibetana que viven en China, como los de las demás etnias, son chinos. Su nacionalidad es la china.

Historia de la integración de Tíbet en China

Tratar de resumir más de mil años de historia en un artículo lleva inevitablemente a la simplificación. El resumen que expongo coincide básicamente con la posición del gobierno chino. Contrastada con otras versiones, ésta aporta más información y mejor argumentación de los hechos históricos. La ventaja que presenta el estudio histórico de China sobre otros países, es que allí existen documentos escritos desde hace más de 3.500 años.

Durante la dinastía Tang (618-903)

Aunque existen pruebas de abundante relación social en períodos anteriores; las relaciones políticas entre China y Tíbet se inician en esa época. El mítico rey del Reino de los Tubo[1], (629-846) fue un admirador del Emperador chino Taizong[2]. Se casó con una princesa china, Wencheng, que ejerció una beneficiosa influencia. En  el año 821  se estableció una Alianza entrambos reinos.

Durante la dinastía Song (960-1127)

Hay también abundantes pruebas de la estrecha relación social, política y militar entrambos imperios durante ese período.

La Dinastía Yuan (1271(9)-1368)

En 1271, Kublai Khan[3] estableció una nueva dinastía con el nombre de Yuan. En 1279 derrotó a los song y conquistó el resto del territorio chino. Durante esta Dinastía, Tíbet pasó a ser una región  administrativa bajo el  control directo del gobierno central que ejerció jurisdicción sobre él. Kublai Khan convirtió al Tíbet en un feudo hereditario para sus siete hijos[4].

Durante la Dinastía Ming (1368-1644)

Se mantuvo, básicamente, la relación política dependiente de Tíbet respecto al gobierno central chino.

Durante la Dinastía Qing (o Manchú) (1644-1911)

La soberanía sobre el Tíbet se incrementó. De hecho fue el gobierno Quing, el que confirió el título honorario de Dalai Lama al Dalai y el de Panchem Erdeni al Panchem. La Corte china nombraba los altos cargos del gobierno local tibetano e incluso fundó el sistema Kaloon (Gobierno local tibetano). Envió tropas para rechazar a invasores extranjeros y fijó las normas de la administración  del Tíbet. Estableció también las normas que rigen la encarnación del Dalai Lama, sobre cuya elección el gobierno central tiene capacidad de veto.

Además retiró al Dalai Lama XIII del cargo dos veces. Una por huir a Mongolia al producirse la invasión de Tíbet por los británicos.

El siglo de la humillación (1845-1945)[5]

Hasta ocho potencias “occidentales” participaron en la agresión a China aprovechando la debilidad del corrupto gobierno de la dinastía manchú. El saqueo a sus riquezas, la usurpación de su territorio, la imposición de leyes lesivas, la apropiación y el saqueo de su patrimonio fueron de tal magnitud que China, que era el país más rico de la tierra,  pasó a figurar a la cola junto a los más pobres, según el Banco Mundial.

La República China (1912-1949)

En 1911 el pueblo chino derrocó a la dinastía Quing y proclamó la República. El 11 de marzo de 1912 se aprobó su primera Constitución (provisional) que dejaba clara la soberanía del gobierno central de China sobre el Tíbet. En ella se estipulaba que Tíbet era una parte del territorio de la República de China y afirmaba que los cinco grupos étnicos Han, Manchú, Mongol, Hui y Tibetano formaban un mismo pueblo, de una única República.

El actual Dalai Lama XIV accedió al cargo con la aprobación del gobierno de la República, entonces del partido Guomindang y presidido por Chiang Kai Sheck.

Nunca hubo declaración de independencia por ningún gobierno de Tíbet. Nunca ningún país reconoció a Tíbet como soberano.

La República Popular China (a partir del 1º de Octubre de 1949)

Tras la derrota de los japoneses por los aliados en 1945, se reanudaron las hostilidades entre el Guomindang, apoyado por los EE.UU. y el PCCh. que terminó con la victoria de este último.
¿De dónde proceden las ideas sobre la independencia del Tíbet?

¿Cuál era la situación social y política en Tíbet? ¿Era un Sangri-la?

¿Qué postura adoptó el gobierno comunista?

Responderemos a estas preguntas en el próximo artículo.

Notas: 

[1] Nombre medieval chino del Tíbet. Songtsen Gampo (604-650 d.C.)
[2] Hay un libro actual sobre él, “Las reglas del Emperador, por Tang Chinghua.
[3] Kublai Kan (23 de sept. de 1215 - 18 de feb. de 1294) mongol: fue el quinto y último gran kan (1260-1294) del Imperio mongol y primer emperador chino de la dinastía Yuan (1271-1294). Era nieto de Gengis Kan.
[4] Marco Polo que formó parte de la Corte de Kublai Khan, cita “la provincia de Tíbet”.
[5] En realidad la humillación se inició con el tratado de Nanking, agosto de 1842.

lunes, 12 de febrero de 2018

China se compromete a reconstruir Siria

Pekín anunció sus planes de participar activamente en el desarrollo y reconstrucción de Sira una vez acabe la guerra. El embajador chino en el país árabe, Qi Qianjin, afirmó que China aumentará su apoyo al Gobierno legítimo de Damasco.



"Creo que ya es hora de concentrar los esfuerzos en el desarrollo y la reconstrucción de Siria. A mi ver, China va a desempeñar un papel cada vez mayor en este proceso, proporcionando más ayuda al pueblo sirio y al Gobierno legítimo", afirmó el alto diplomático en declaraciones para la agencia Xinhua.

La diplomacia china, un actor silencioso en el proceso de paz en Siria

Pekín aportó ayuda humanitaria a Siria en varias ocasiones. Más recientemente, China hizo varias donaciones para el sistema de sanidad siria, entre ellos para el equipamiento de ambulancias en un hospital en Damasco.

El gigante asiático se mantenía en una relativa oscuridad mediática en cuanto a la participación en el arreglo sirio, aunque no significa que no está aportando para aliviar la situación en el país.

Pekín y Damasco firmaron varios acuerdos para el suministro de ayuda humanitaria para el país, así como muchas empresas chinas expresaron su interés en los proyectos de desarrollo en Siria.

¿Por qué el dragón asiático ha puesto sus ojos en Siria?

A nivel internacional, Pekín suele coincidir con Moscú en las discusiones en el Consejo de Seguridad en la ONU, llamando a partir de la soberanía e integridad territorial del país.

En el tema de los ataques químicos, de los cuales EEUU y sus aliados buscan culpar automáticamente a Damasco, China llama a abstenerse de acciones apresuradas antes de conocer todos los hechos por medio de una investigación imparcial.

12-2-2018

Fuente: Sputnik

La Internacional Comunista en el XIX Congreso del PCCh [Vídeo]


¿China se ha convertido al capitalismo? Reflexiones sobre la transición del capitalismo al socialismo

Por Domenico Losurdo


Al analizar los primeros 15 años de la Rusia soviética, podemos ver tres experimentos sociales. El primer experimento, basado en la distribución equitativa de la pobreza, sugiere un “ascetismo universal” y un “áspero igualitarismo”, criticado por el Manifiesto Comunista. Así, es posible entender que la decisión de Lenin de establecer la Nueva Política Económica, a menudo fuera interpretaba como un retorno al capitalismo. La creciente amenaza  de guerra llevó a Stalin a virar hacia la colectivización de la economía. El tercer experimento produjo un muy avanzado Estado de Bienestar pero que terminó en fracaso: los últimos años de la Unión Soviética, se caracterizaron por un masivo  ausentismo y falta de compromiso en el lugar de trabajo; esto estancó la productividad, lo que hizo muy difícil aplicar el principio que Marx estableciera sobre la remuneración socialista acorde a la cantidad y calidad del trabajo desplegado. La historia de China es diferente: Mao creía que, a diferencia del “capital político”, el “capital económico” de la burguesía no debía expropiarse, a menos que fuera de utilidad para el desarrollo de la economía nacional. Después de la tragedia del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural, Deng Xiaoping va a enfatizar que el socialismo implica el desarrollo de las fuerzas productivas. Desde entonces, el “socialismo de mercado chino” ha logrado un éxito extraordinario.

La Rusia soviética y varios experimentos en el post-capitalismo

Hoy en día es común decir que se ha producido la restauración del capitalismo en China como consecuencia de las reformas de Deng Xiaoping. ¿Pero en qué se sustenta este juicio? ¿Hay una visión del socialismo, más o menos coherente, que pueda contrastarse con la situación de las actuales relaciones socioeconómicas en China? Echemos un vistazo a la historia de los intentos de construir una sociedad post-capitalista. Si analizamos los primeros 15 años de la Rusia Soviética, nos encontramos con el comunismo de guerra, luego la Nueva Política Económica (NEP), y finalmente la completa colectivización de la economía (incluida la agricultura) en rápida sucesión. Fueron tres experimentos totalmente diferentes, pero todos ellos intentaron construir una sociedad post-capitalista. Entonces,¿ por qué nos debería sorprender que, en el curso de los más de 80 años que siguieron a estos experimentos, otras variantes como el socialismo de mercado chino hayan aparecido?

Concentrémonos ahora en la Rusia soviética: ¿cuál de los tres experimentos mencionados se acerca al socialismo defendido por Marx y Engels? El comunismo de guerra fue considerado por un devoto católico francés, Pierre Pascal, entonces en Moscú, como una “única y poderosa situación […] Los ricos se han ido: sólo quedaron los pobres y los muy pobres […] los salarios altos y bajos se acercan de manera notable. El derecho a la propiedad se restringe a los efectos personales”. Este autor entiende a la pobreza generalizada y las privaciones no como miserias provocadas por la guerra, que tienen que ser superadas lo más rápido posible; para su mirada, en tanto haya una distribución más o menos equitativa, la pobreza y las aspiraciones son garantía de la pureza y de la integridad moral; de lo contrario, la opulencia y la riqueza devienen en pecado. Es una visión que podemos llamar populista, que fue criticada con gran precisión por el Manifiesto Comunista: no hay “nada más fácil que darle una capa de pintura socialista al ascetismo cristiano”; los “primeros movimientos del proletariado” suelen presentar demandas en nombre del “ascetismo universal y de un crudo igualitarismo”. La orientación de Lenin era opuesta a la de Pascal, ya que estaba lejos de suponer que el socialismo debía consistir en la colectivización de la pobreza o una más o menos igualitaria distribución de las privaciones.

En octubre de 1920 (“Las tareas de las Asociaciones de Jóvenes”) Lenin declaró: “Queremos transformar a Rusia de un país pobre y necesitado en un país rico”. Primero, el país necesitaba ser modernizado y dotado de electricidad; por lo tanto, requiere “trabajo organizado” y “trabajo consciente y disciplinado”, superando la anarquía en el lugar de trabajo, con una metódica asimilación de los “últimos avances técnológicos”, importándolos, si es necesario, de los países capitalistas más avanzados”.


Unos años más tarde, la NEP desplaza al comunismo de guerra. Era esencial superar la desesperante pobreza masiva y el hambre que siguió a la catástrofe de la Primera Guerra Mundial y la guerra civil, para reiniciar la economía y desarrollar sus fuerzas productivas. Esto era necesario no sólo para mejorar las condiciones de vida de la población y para ampliar la base social de consenso del poder revolucionario; se trataba también de superar el retraso del desarrollo de Rusia en comparación con los países capitalistas más avanzados, lo que podía afectar la seguridad nacional del país que emergía de la Revolución de Octubre, rodeada y sitiada por las potencias capitalistas. Para alcanzar estos objetivos, el gobierno soviético también hizo uso de la iniciativa privada y una (limitada) parte de la economía capitalista; utilizó a especialistas “burgueses” que fueron recompensados generosamente, y buscó tomar tecnología avanzada y capital de occidente, garantizándoles atractivos rendimientos. La NEP tuvo resultados positivos: creció la producción y un cierto desarrollo de las fuerzas productivas comenzó a tener lugar. Por sobre todo, la situación en la Rusia soviética mejoró notablemente: a nivel internacional no siguió el retroceso; más bien, comenzó a disminuir la distancia en comparación con los países capitalistas más exitosos. A nivel nacional, las condiciones de vida de las masas mejoraron significativamente. Precisamente porque la producción aumentó, hubo más que “pobres y muy pobres”, como en el comunismo de guerra, celebrado por Pierre Pascal; las hambrunas desesperantes desaparecieron,  pero las desigualdades sociales aumentaron.

Estas desigualdades en la Rusia soviética provocaron un extendido e intenso sentimiento de traición de los ideales originales. Pierre Pascal no era el único que quería abandonar el Partido Comunista de la Unión Soviética; Había literalmente decenas de miles de trabajadores bolcheviques que rompían sus tarjetas del partido en disgusto con la NEP, que fue rebautizada como “Nueva Extorsión del Proletariado”. En los años cuarenta, un militante de base describió con mucha elocuencia la atmósfera espiritual que prevalecía como consecuencia de la Revolución de Octubre : “la atmósfera existente emergía del horror a la guerra causada por la competencia de los imperialistas, en el saqueo de las colonias con el fin de conquistar los mercados y materias primas, así como por los capitalistas en su busqueda de ganancias y super-ganancias:

Nosotros, los jóvenes comunistas, crecimos creyendo que el dinero se había acabado de una vez por todas. […] Si el dinero reaparecía, ¿no volverían a aparecer también los ricos? ¿No estábamos en la pendiente resbaladiza que conduce de nuevo al capitalismo? 

Por lo tanto, se puede entender el escándalo y el persistente sentimiento de repugnancia por el mercado y por la economía de los productos básicos con la introducción de la NEP; fue sobre todo el creciente peligro de guerra lo que provocó el abandono de la NEP y la eliminación de todo rastro de economía privada. La colectivización generalizada de la agricultura del país provocó una guerra civil encarnizada por ambas partes. Y pese a esta horrible tragedia, la economía soviética parecía proceder maravillosamente: el rápido desarrollo de la industria moderna se entretejía con la construcción de un estado de bienestar que garantizaba los derechos económicos y sociales de los ciudadanos de una manera sin precedentes. Esto, sin embargo, fue un modelo que entró en crisis después de un par de décadas. Con la transición de la gran crisis histórica a un período más “normal” (“o de coexistencia pacífica”), el entusiasmo de las masas y su compromiso con la producción y el trabajo se debilitaron y luego desaparecieron. En los últimos años de su existencia, la Unión Soviética se caracterizó por un ausentismo masivo y la falta de compromiso con el lugar de trabajo: no sólo el desarrollo de la producción se estancó, sino que ya no se aplicó el principio que Marx había previsto sobre la remuneración-socialista, según la cantidad y calidad del trabajo producido. Podríamos decir que durante la etapa final de la sociedad soviética, la dialéctica de la sociedad capitalista que Marx había descripto en La Miseria de la Filosofía se había invertido:

“Mientras que dentro de la fábrica moderna la división del trabajo está meticulosamente regulada por la autoridad del empresario, la sociedad moderna no tiene otra regla o autoridad para distribuir el trabajo, excepto por la libre competencia. [. . .] También se puede determinar, como principio general, que cuanto menor es la autoridad sobre la división del trabajo dentro de la sociedad, más se desarrolla la división del trabajo dentro de la fábrica y se coloca bajo la autoridad de una sola persona. Así, la autoridad en la fábrica y en la sociedad, en relación con la división del trabajo, están inversamente relacionadas entre sí”.

En los últimos años de la Unión Soviética, el control estricto ejercido por los poderes políticos sobre la sociedad civil coincidió con una cantidad considerable de anarquía en los lugares de trabajo. Fue el revés de la dialéctica de la sociedad capitalista, pero esta inversión de la dialéctica de la sociedad capitalista no dio lugar al socialismo y, por lo tanto, produjo un débil orden económico incapaz de resistir las ofensivas ideológicas y políticas del mundo capitalista-imperialista.


La peculiaridad de la experiencia china

La historia de China es diferente. Aunque el Partido Comunista de China tomó el poder a nivel nacional en 1949, 20 años antes había comenzado a ejercer su poder en una región u otra, regiones cuyo tamaño y población eran comparables a los de un país europeo pequeño o mediano . Durante gran parte de estos 85 años en el poder, la China gobernada parte o totalmente por los comunistas, se caracterizó por la coexistencia de diferentes formas de economía y propiedad. Así fue como Edgar Snow describió la situación a finales de los años treinta en las áreas “liberadas”:

Para garantizar el éxito en estas tareas era necesario para los rojos, incluso desde los primeros días, comenzar una especie de construcción económica. […] La economía soviética en el Noroeste era una curiosa mezcla de capitalismo privado, capitalismo de estado y socialismo primitivo. Las empresas privadas y la industria fueron permitidas y fomentadas, y las transacciones privadas que se ocupan de la tierra y sus productos fueron autorizadas aunque con restricciones. Al mismo tiempo, el Estado poseía y explotaba empresas tales como pozos de petróleo, pozos de sal y minas de carbón, y comerciaba con ganado, pieles, sal, lana, algodón, papel y otras materias primas. Pero no estableció un monopolio en estos artículos y en todas ellas las empresas privadas podían, hasta cierto punto, competir. Una tercera clase de economía fue creada con el establecimiento de cooperativas, en las que el gobierno y las masas participaron como socios, compitiendo no sólo con el capitalismo privado, sino también ¡con el capitalismo de estado!.

Este cuadro es confirmado por un historiador moderno: en Yan’an, la ciudad donde Mao Zedong dirigió la lucha contra el imperialismo japonés y promovió la construcción de una nueva China, el Partido Comunista de China no pretendió “controlar toda la base de la economía del área”. Más bien supervisó una “significativa economía privada”, que también incluía ”grandes propiedades de tierra privadas”.

En un ensayo en enero de 1940 (“Sobre la Nueva Democracia”), Mao Zedong aclaró el significado de la revolución que tuvo lugar en ese momento:

Aunque esta revolución, en un país colonial y semicolonial, durante su primera etapa o primer paso, todavía es fundamentalmente democrático-burgués en su carácter social, y aunque su misión objetiva es despejar el camino para el desarrollo del capitalismo, ya no es una revolución del tipo antiguo dirigida por la burguesía con el objetivo de establecer una sociedad capitalista y un Estado bajo la dictadura burguesa. Pertenece a un nuevo tipo de revolución dirigida por el proletariado con el objetivo, en una primera etapa, de establecer una sociedad de nueva democracia y un Estado bajo la dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias. Por lo tanto, esta revolución realmente sirve para despejar un camino aún más amplio para el desarrollo del socialismo. 

Se trata de un modelo caracterizado, a nivel económico, por la coexistencia de diferentes formas de propiedad; al nivel del poder político, por una dictadura ejercida por las “clases revolucionarias” así como también, por la dirección del Partido Comunista de China. Se trató de un patrón confirmado 17 años después, aunque en el ínterin se fundó la República Popular de China. En un discurso pronunciado el 18 de enero de 1957 (“Charlas en una Conferencia de Secretarios de Comités de Partidos Provinciales, Municipales y Autónomas”):

En cuanto a la acusación de que nuestra política urbana se ha desviado hacia la derecha, esto parece ser el caso, en tanto nos hemos comprometido a proporcionar a los capitalistas y pagarles un tipo de interés fijo por un período de siete años. ¿qué deberíamos hacer después de estos siete años? Esto se decidirá según las circunstancias que prevalecen en ese entonces. Es mejor dejar el asunto abierto, es decir, seguir dándoles cierta cantidad de interés fijo. A este pequeño costo estamos comprando a esta clase…] Al comprar de este modo, les hemos privado de su capital político y deben mantener la boca cerrada. […] Así, el capital político no estará en sus manos sino en las nuestras. Debemos privarlos de cada parte de su capital político y seguir haciéndolo hasta que no se les reste un solo voto. Mirado así, no se puede decir que nuestra política urbana se haya desviado hacia la derecha.

Por lo tanto, se trata de distinguir entre la expropiación económica y la expropiación política de la burguesía. Sólo esta última debe llevarse a cabo hasta el final, mientras que la primera, si no está contenida dentro de límites claros, puede poner el riesgo el desarrollo de las fuerzas productivas. A diferencia del “capital político”, el capital económico de la burguesía no debería ser objeto de una expropiación total, al menos que sirva al desarrollo de la economía nacional y así, indirectamente, a la causa del socialismo.

Después del despegue en la segunda mitad de la década de 1920, este modelo reveló una notable continuidad y ofreció gran vitalidad económica ya antes de 1949 en las áreas “liberadas” gobernadas por los comunistas y luego por la República Popular China en su conjunto. El momento dramático de la ruptura se produjo con el Gran Salto Adelante de 1958-59 y con la Revolución Cultural desplegada en 1966. La coexistencia de las diferentes formas de propiedad y el uso de incentivos materiales fueron radicalmente puestos en cuestón. Hubo una ilusión de acelerar el desarrollo económico a través de llamados a la movilización de masas y el entusiasmo masivo, pero este enfoque y estos intentos fracasaron miserablemente. Más aún, la lucha de todos contra todos incrementó la anarquía en las fábricas y los lugares de producción.

La anarquía estaba tan extendida y tan arraigada que no desapareció inmediatamente con las reformas introducidas por Deng Xiaoping. Durante algún tiempo, algunas costumbres continuaron en el sector público, como lo describe un testigo y erudito occidental: “incluso el último de los empleados [. . .], si quiere, puede decidir no hacer nada, quedarse en casa por un año o dos y seguir recibiendo su salario al final del mes”. La “cultura de la pereza” también infectó el sector privado en expansión de la economía. “Los antiguos empleados del Estado […] llegan tarde, luego leen el periódico, van a la cantina una media hora, salen de la oficina una hora antes”, y a menudo estan ausentes por “razones familiares”, por ejemplo, “porque mi esposa está enferma”. Y los ejecutivos y técnicos que trataban de introducir disciplina y eficiencia en el lugar de trabajo se vieron obligados a enfrentar no sólo la resistencia y el ultraje moral de los empleados (que consideraban como una infamia imponer una multa a un trabajador que su ausenta por cuidado de su esposa), pero incluso amenazas y violencia desde abajo.


Así, nos encontramos con una paradoja. Después de distinguirse durante décadas por su peculiar historia y por su compromiso para estimular la producción a través de la competencia, no sólo entre individuos sino también entre diferentes formas de propiedad, la China que emerge de la Revolución Cultural se asemejaba, de manera notable, a la Unión Soviética en sus últimos años de existencia: el principio socialista de la remuneración basado en la cantidad y calidad del trabajo entregado fue completamente liquidado, y la falta de  compromiso, el retiro, el ausentismo y la anarquía reinaban en el lugar de trabajo. Antes de ser expulsados del poder, “La Banda de los Cuatro” intentaban justificar el estancamiento económico, recurriendo a razonamientos de tono populista que suponía que se trataba de un socialismo “pobre” pero “bello”, el “socialismo” populista que en los primeros años de la Rusia soviética le era cercano a Pierre Pascal, el ferviente católico que ya conocemos.

Entonces el populismo se convirtió en el blanco de las críticas de Deng Xiaoping. Exhortó a los marxistas a darse cuenta de que “la pobreza no es socialismo, sino que el socialismo significa eliminar la pobreza”. Quería que una cosa fuera absolutamente clara: “A menos que se estén desarrollando las fuerzas productivas y se esté elevando el nivel de vida de la gente, no se pueden decir que estamos construyendo Socialismo”. No, “no puede haber comunismo con pauperismo, o socialismo con pauperismo. Así que hacerse rico no es pecado” . Deng Xiaoping tenía el mérito histórico de comprender que el socialismo no tenía nada que ver con la distribución más o menos igualitaria de la pobreza y las privaciones. A los ojos de Marx y Engels, el socialismo era superior al capitalismo no sólo porque aseguraba una distribución más equitativa de los recursos, sino también, y especialmente, porque aseguraba un desarrollo más rápido y más igualitario de la riqueza social, y para lograrlo el socialismo estimulaba la competencia afirmando y poniendo en práctica el principio de remuneración en función de la cantidad y calidad del trabajo realizado.

Las reformas de Deng Xiaoping reintrodujeron en China el modelo que ya conocemos, aunque otorgandole una nueva coherencia y radicalidad. Lo cierto es que la coexistencia de diferentes formas de propiedad fue contrabalanceada por un estricto control estatal dirigido por el Partido Comunista de China. Si analizamos la historia de China, desde antes de la fundación de la República Popular, incluyendo las primeras áreas “liberadas”, establecidas y gobernadas por comunistas, descubriremos que no fue la China de las reformas de Deng Xiaoping, sino que la excepción o la anomalía fue la China en los años del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural.

¿Marxismo o populismo? Una confrontación de larga duración

Mucho más allá de las fronteras de Rusia y China, durante el siglo XX e incluso ahora, el populismo influyó y aún influye negativamente en la lectura de las grandes revoluciones que cambiaron radicalmente la faz del mundo. En este sentido, podemos decir que, después de haber desempeñado un papel esencial del siglo XX, el conflicto entre populismo y marxismo está lejos de terminar.

Pascal condenó el abandono del comunismo de guerra, o la sociedad en la que hay “sólo pobres y muy pobres”, y que precisamente por eso estaba libre de las tensiones y desavenencias causadas por la desigualdad y la polarización social. La actitud adoptada por los cristianos fervientes en ese momento en Moscú no se limitaba de ninguna manera a la Rusia soviética. Las huellas del populismo se pueden percibir en el joven Ernst Bloch. En 1918, cuando publicó la primera edición de Espítiruto de la Utopía, llamó a los soviéticos a efectuar una “transformación del poder en amor” y poner fin no sólo a “toda economía privada”, sino también a cualquier “economía monetaria” y con ella los “valores mercantiles que consagran lo que es más malo en el hombre” . Aquí la tendencia populista estaba entrelazada con el mesianismo: no se prestó atención a la tarea de reconstruir la economía y desarrollar las fuerzas productivas en un país destruido por la guerra y que tenía una historia marcada por hambrunas recurrentes y devastadoras. El horror de la carnicería de la Primera Guerra Mundial estimuló el sueño de una comunidad que está satisfecha con los escasos recursos materiales disponibles y que sólo en esta circunstancia, liberados de las preocupaciones por la riqueza y el poder, las personas pueden vivir protegidas de la “economía monetaria” y en cambio vivir en el “amor”.


Cuando publicó la segunda edición de El espíritu de la Utopía en 1923, Bloch creyó que era apropiado eliminar los pasajes populistas y mesiánicos, como se mencionó anteriormente. Sin embargo, el estado mental y la visión que los inspiró no desaparecieron ni en la Unión Soviética ni fuera de ella. La transición a la NEP encontró quizás criticas de lo más apasionados o sentimentales entre los militantes así como entre líderes comunistas occidentales. En cuanto a ellos, en el “Informe Político” que presentó al XI Congreso del Partido Comunista celebrado el 27 de marzo de 1922, Lenin escribió sarcásticamente:

Viendo esto como una retirada, algunos de ellos se dispersaron como niños avergonzados, incluso con lágrimas, como ocurrió en la última gran sesión del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Motivados por los mejores sentimientos comunistas y las más ardientes aspiraciones comunistas, algunos amigos rompieron a llorar.

Antonio Gramsci tenía una actitud muy diferente desde los tiempos de la Revolución de Octubre, que expresó de esta manera:

El colectivismo de la pobreza y el sufrimiento será en el principio. Pero esas mismas condiciones de pobreza y sufrimiento fueron heredadas del régimen burgués. El capitalismo no podía hacer en lo inmediato más que lo realizado por el colectivismo en Rusia. Hoy, haría aún menos, porque de inmediato se encontraría con un proletariado disgustado y frenético, incapaz de soportar el dolor y la amargura que las dificultades económicas hubiersen traído. [. . .] El sufrimiento que vendrá después de la paz será tolerado sólo porque los trabajadores sienten que es su voluntad y su determinación trabajar para suprimirlo lo más rápido posible. 

En este contexto, el comunismo de guerra que va a prevalecer en la Rusia Soviética fue al mismo tiempo legitimado tácticamente y deslegitimado estratégicamente, legitimado inmediatamente y deslegitimado con un ojo mirando el futuro. El “colectivismo de la pobreza y el sufrimiento” se justifica por las condiciones específicas que prevalecían en Rusia en ese momento: el capitalismo no sería capaz de hacer nada mejor. Se entendía, de todas maneras, que la privación debía ser superada lo más rápidamente posible.

Precisamente por esta razón, Gramsci no tuvo ninguna dificultad en reconocerse en la NEP, cuyo significado dejó claramente claro en su postura de octubre de 1926: la realidad de la Unión Soviética nos puso ante la presencia de un fenómeno “nunca antes visto en la historia”. Una clase políticamente “dominante” “de conjunto”, se encuentra “en condiciones de vida inferiores a ciertos elementos y estratos de la clase [políticamente] dominada y dependiente” . Las masas que continuaron sufriendo una vida de penurias fueron confundidas por el espectáculo de “el hombre de la NEP vestido de piel que tiene a su disposición todos los bienes de la tierra”. Y sin embargo, esto no debe constituir un escándalo ni un sentimiento de repugnancia, porque el proletariado, como no puede ganar poder, tampoco puede conservar el poder si no es capaz de sacrificar intereses individuales e inmediatos a los “intereses generales y permanentes de la clase”. Aquellos que leen la NEP como sinónimo de retorno al capitalismo cometieron dos errores graves: ignorar el tema de la lucha contra la pobreza masiva y, por tanto, el desarrollo de las fuerzas productivas; también identificaron erróneamente la clase económicamente privilegiada con la clase políticamente dominante.

Una lectura de la NEP, que no se diferencia de la que vimos en Gramsci, vino de otro gran intelectual del siglo XX. El fue Walter Benjamin, quien, después de regresar de un viaje a Moscú en 1927, resumió sus impresiones:

“En una sociedad capitalista, el poder y el dinero han devenido en la misma dimensión. Cualquier cantidad de dinero puede ser convertida en una porción bien definida de poder y el valor de cambio de todo poder es una entidad calculable. [. . .] El Estado soviético ha interrumpido esta ósmosis de dinero y poder. El Partido, por supuesto, se reserva el poder para sí mismo; sin embargo, deja el dinero al hombre de la NEP”. 

Sin embargo, estos últimos sufrieron un “terrible aislamiento social”. Para Benjamin ya no había correspondencia entre la riqueza económica y el poder político. La NEP no tiene nada que ver con la restauración del poder burgués y capitalista. La Rusia soviética no podía dejar de comprometerse en la reconstrucción de la economía y el desarrollo de las fuerzas productivas. La tarea se hizo más difícil por la persistencia de costumbres que no eran adecuadas para una sociedad industrial moderna. En Moscú, Benjamín fue testigo directo de una muestra muy instructiva:

Ni siquiera en la capital rusa hay, a pesar de toda la “racionalización”, un sentido del valor del tiempo. El “trud”, el Instituto Sindical de Trabajo, a través de affiches, libró […] una campaña por la puntualidad […] “el tiempo es dinero”; para dar credibilidad a tan extraño grito de guerra, tenían que recurrir a la autoridad de Lenin en los carteles. Por lo tanto, esta mentalidad es ajena a los rusos. Su instinto juguetón prevalece sobre todo […] Si, por ejemplo, una escena de película se está rodando en la calle, se olvidan a dónde van y por qué, se ponen en fila detrás de los equipos de filmación durante horas y llegan al trabajo perplejos. 



Pascal también fue testigo de los acontecimientos en la Rusia soviética, formando una opinión de fuerte condena: en Moscú y en el resto del país, todo giraba en torno a la cuestión de si “la industrialización debe ser un poco más rápida o un poco más lenta” alrededor del problema de “cómo conseguir el dinero suficiente”. Las consecuencias de este nuevo enfoque, que deja a un lado “todo propósito revolucionario”, fueron devastadoras: sí, “en el plano material nos acercamos a la americanización, un gran desarrollo de la riqueza nacional”, pero ¿a qué costo? “La masa dócil se convirtió en esclava de ello, de su trabajo, de su explotación. Hay producción, hay una recuperación económica, pero la revolución está bien enterrada”.

El gran escritor austríaco Joseph Roth, no involucrado en el movimiento comunista, llegó a las mismas conclusiones. Cuando visitó la tierra de los soviéticos, entre septiembre de 1926 y enero de 1927, expresó su decepción por la “americanización” en curso. “Desprecian a América, en tanto significa el capitalismo sin alma; el país donde el oro es Dios. Pero admiran América, en tanto significa progreso, las conducciones eléctricas, la higiene y las obras de agua”. En conclusión, “esta es una Rusia moderna, técnicamente avanzada, con ambiciones estadounidenses. Esto ya no es Rusia” . El “vacío espiritual” se había abierto en un país que inicialmente despertó muchas esperanzas.[1] El sentimiento popular hacia estas posiciones era obvio: como expresiones de traición a la inspiración revolucionaria original y de una deriva hacia una cosmovisión filistea y vulgar, El deseo de mejorar las condiciones de vida y la búsqueda de la comodidad (o de un mínimo de confort).

Como Pascal, Roth también expresó su desagrado por la “americanización” en curso. Estos fueron los años en que los bolcheviques se dedicaron a la reconstrucción y desarrollo de la economía intentando aprender de los países capitalistas más avanzados y de los Estados Unidos en particular. En marzo y abril de 1918 (“Las tareas inmediatas del poder soviético”) Lenin señaló que “en comparación con los trabajadores de las naciones más avanzadas, el ruso es un mal trabajador”; por lo tanto, debe “aprender a trabajar”, asimilando de manera crítica los “ricos logros científicos” del “sistema de Taylor” desarrollado e implementado en la República de América del Norte. En la misma longitud de onda, Bujarin proclamó en 1923: “Necesitamos añadir americanismo al marxismo” . Al año siguiente, Stalin hizo un llamamiento significativo a los cuadros bolcheviques: si realmente querían estar en la cúspide de los “principios del leninismo”, debían tratar de tejer los “impulsos revolucionarios rusos” con “el enfoque práctico americano”. El “americanismo” y el “enfoque norteamericano práctico” eran aquí sinónimos para el desarrollo de las fuerzas productivas y el escape de la pobreza o la escasez: el socialismo no es el reparto igualitario de la pobreza o privación, sino la superación definitiva y generalizada de estas condiciones.

Desde fuera de Rusia, Gramsci se opuso al populismo con particular rigor y consistencia. Como sabemos, desde el principio destacó la necesidad de concluir rapidamente con ese “colectivismo de pobreza y sufrimiento”. Era una posición política con una visión teórica más amplia como fundamento. Desde L’Ordine Nuovo —el semanario que fundó tras la Revolución de Octubre en Rusia—, como desde el movimiento para ocupar las fábricas de Italia, pidió a los obreros revolucionarios que lucharan por los salarios y, por lo tanto, para una distribución más equitativa de los bienes sociales, pero también y sobre todo, por ser “productores” que toman “control de la producción” y por tanto “desarrollar planes de trabajo”. De esta forma, promover también el desarrollo de las fuerzas productivas. Los obreros revolucionarios deben saber cómo hacer uso de los recursos “tecnológicos más avanzados” que  “(en cierto sentido) es independiente del método de apropiación de los bienes producidos”, es decir, son autonomos del capitalismo o del socialismo. No por casualidad, entre octubre y noviembre de 1919, L’Ordine Nuovo dedicó varios artículos al taylorismo, analizando, a partir de este  último análisis, la distinción entre “ricos logros científicos del taylorismo” (mencionado por Lenin) y sus usos capitalistas. En este sentido, como se observó más tarde en los Cuadernos de la Carcel, algo que ya en L’Ordine Nuovo había reclamado su “americanismo”. Era el americanismo al que Lenin, Bujarin y Stalin se referían directa o indirectamente.

Y debe quedar claro que se trata de un “americanismo” que no excluye de ningún modo un juicio y una clara condena del capitalismo y el imperialismo estadounidenses. A los ojos de Gramsci, este país que, a pesar de sus profesiones de fe democrática, impuso la esclavitud a los negros durante mucho tiempo y que, incluso después de la Guerra Civil, se caracterizó por un régimen terrorista de supremacía blanca, como lo demuestra el “linchamiento de negros por las muchedumbres incitados por los comerciantes atroces que habían sido desposeídos de la carne humana”. Ese terrorismo también se manifestó en términos de política exterior: La República de América del Norte amenazó con privar a los rusos del grano necesario para su supervivencia y, por lo tanto, morir de hambre al pueblo que había sido convocado por la Revolución de Octubre y tentado a seguir su ejemplo.


El “americanismo”, entendido como atención al problema del desarrollo de las fuerzas productivas, estimuló a Gramsci, a principios de los años ‘30, a saludar con entusiasmo el lanzamiento del primer Plan Quinquenal soviético: el desarrollo económico e industrial del país que surgió de La Revolución de Octubre demostró que, lejos de estimular el “fatalismo y la pasividad”, de hecho, “el concepto de materialismo histórico […] da lugar a un florecimiento de iniciativas y empresas que asombra a muchos observadores”. El materialismo y el marxismo demostraron la capacidad de influir concretamente en la realidad, no sólo inspirando revoluciones como la que se produjo en Rusia, sino también promoviendo el crecimiento de la riqueza social y liberando a las masas de siglos de pobreza y privaciones.

Más decepcionada que nunca, incluso indignada por los acontecimientos en la Rusia soviética, se manifestó Simone Weil, quien en 1932 llega a un enfrentamiento final con el país que ella había inicialmente mirado con simpatía y esperanza: la Rusia soviética se había tornado América. La eficiencia, la productividad y el “Taylorismo” eran sus  modelos. Ya no podía haber dudas.

El hecho de que Stalin ha abandonado los puntos de vista de Marx sobre este tema, que está en el centro del conflicto entre el capital y el trabajo, y ha sido seducido por el sistema capitalista en su forma más perfecta, demuestra que la URSS todavía está bastante lejos de tener una cultura de la clase trabajadora. 

De hecho, la posición tomada aquí no tiene nada que ver con Marx y Engels: según el Manifiesto Comunista, el capitalismo está destinado a ser superado porque, después de desarrollar las fuerzas productivas con un alcance y una velocidad sin precedentes, se convierte en un obstáculo para su desarrollo, como lo confirman las recurrentes crisis de sobreproducción. Esta filósofa francesa, profundamente cristiana, también inclinada al populismo, reconoce el país que emergió de la Revolución de Octubre sólo hasta la etapa de distribución más o menos equitativa de la pobreza o las privaciónes; más tarde, además de romper con la Rusia soviética, Weil también rompe con Marx y Engels.

Desigualdad Global y Desigualdad en China

El populismo continúa haciendo sentir su presencia más que nunca en el descalificador juicio que la izquierda occidental transmite de la China actual. Es notorio que las reformas introducidas por Deng Xiaoping impulsaron un boom económico sin precedentes en la historia, con cientos y miles de millones de personas liberadas de la pobreza, pero esto es básicamente irrelevante para los populistas.

¿La eliminación de la pobreza masiva y desesperada se produce al mismo tiempo que el incremento de la desigualdad? La respuesta a esa pregunta es menos obvia de lo que puede parecer a primera vista. A lo largo de la historia, los partidos comunistas han ganado el poder sólo en países relativamente poco desarrollados desde el punto de vista económico y tecnológico; Por esta razón, tuvieron que luchar contra no uno sino dos tipos de desigualdad: 1) la desigualdad existente a escala global entre los países más y menos desarrollados; y 2) la desigualdad existente dentro de cada país. Sólo si tenemos en cuenta ambos lados de la lucha podemos hacer un balance adecuado de esta reforma política. Con respecto al primer tipo de desigualdad, no hay dudas: internacionalmente, la desigualdad global se está nivelando fuertemente. Sí, China está alcanzando gradualmente a los países capitalistas occidentales más avanzados. ¡Es un punto de inflexión!

En los últimos años del siglo XX, un prominente científico político estadounidense señaló que si el proceso de industrialización y modernización que comenzó con Deng Xiaoping llega a tener éxito, “la aparición de China como una potencia mayor empequeñece cualquier fenómeno comparable durante la última mitad del segundo milenio”. Quince años después, también refiriendose la prodigioso desarrollo del gran país asiático, un no menos ilustre historiador británico señala: “lo que estamos viviendo ahora es el final de los 500 años de predominio occidental”. Los dos autores citados aquí comparten la misma visión, enfática, del momento. Hace unos cinco siglos, el descubrimiento/conquista de América tuvo lugar. En otras palabras, el ascenso extraordinariamente rápido de China está terminando o promete poner fin a la “época colombina”, un período caracterizado por una extrema desigualdad en las relaciones internacionales: el liderazgo distintivo de Occidente en economía, tecnología y poder militar le ha permitido someter y saquear el resto del mundo durante siglos.


La lucha contra la desigualdad global es parte de la lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo. Mao lo entendió bien y, en un discurso pronunciado el 16 de septiembre de 1949 (“La bancarrota de la concepción idealista de la historia”), advirtió que Washington quiere que China se reduzca a confiar  “en la harina nortemericana, en otras palabras, para convertirse en una colonia norteamericana”. De hecho, la recién fundada República Popular de China se convirtió en el objetivo de un embargo letal impuesto por los Estados Unidos. Sus objetivos quedan claros a partir de los estudios realizados por el gobierno de Truman y las confesiones y declaraciones de sus líderes. Partió de la premisa de que el tipo de medida que podía derrotar y expulsar al gobierno comunista “es más económico que militar o político”. Y así, necesitaban asegurar que China sufriera o continuara sufriendo el flagelo de un “nivel de vida general” alrededor y por debajo del nivel de subsistencia”; Washington se sentía comprometido a causar “retraso económico” y “retraso cultural” y conducir un país de “necesidades desesperadas” a una “situación económica catastrófica”, “hacia el desastre”y el “colapso”. En la Casa Blanca, un presidente sucede a otro, pero el embargo permanece, y es tan despiadado que incluye medicamentos, tractores y fertilizantes. En resumen: a principios de los años sesenta, un colaborador del gobierno de Kennedy, Walt W. Rostow, señaló que, debido a esta política, el desarrollo económico de China se retrasó por lo menos “decenas de años”.

No hay duda: las reformas de Deng Xiaoping estimularon en gran medida la lucha contra la desigualdad a nivel global y han colocado la independencia económica (y política) de China sobre una base sólida. La alta tecnología tampoco es ya un monopolio de Occidente. Ahora percibimos como posible superar la división internacional del trabajo, que durante siglos ha sometido a las personas fuera de Occidente a una condición servil o semi-servil o las ha relegado a lo más postergado del mercado de trabajo. Por lo tanto, se está esbozando una revolución a nivel mundial que la izquierda occidental no parece haber notado. Racionalmente, consideran una huelga por la obtención de mejores salarios o mejores condiciones de trabajo en una fábrica como parte integral del proceso de emancipación, o lo consideran en el contexto de la división patriarcal del trabajo. Es muy extraño entonces que la lucha para acabar con la opresiva división internacional del trabajo que se estableció a través de la fuerza armada durante la “época colombina” se considere algo ajeno al proceso de emancipación.

En cualquier caso, aquellos que condenan a China en su conjunto debido a sus desigualdades harían bien en considerar que Deng Xiaoping también promovió sus políticas de reforma como parte de la lucha contra la desigualdad planetaria. En una conversación el 10 de octubre de 1978, Deng señaló que la “brecha” de la tecnología se estaba expandiendo en comparación con los países más avanzados; éstos se estaban desarrollando “con una velocidad tremenda”, mientras que China no podía mantenerse en forma alguna. Y, 10 años después, “la alta tecnología avanza a un ritmo tremendo”; de modo que existe el riesgo de que “la brecha entre China y otros países se amplíe”.

Desigualdad cuantitativa y cualitativa

Llamar la atención sobre la importancia de la desigualdad global no significa perder de vista el segundo tipo de desigualdad. Entonces, ¿qué está pasando con la desigualdad existente en China? ¿Las reformas introducidas por Deng Xiaoping la han incrementado a un punto intolerable?

Antes de contestar a estas preguntas, debemos hacer una observación preliminar: tanto la NEP soviética como el nuevo curso chino fueron precedidos por la pobreza y la escasez aguda y generalizada, suficiente para causar hambre a gran escala; había que terminar con esta situación y evitar que se repitiera. Esto marcó un punto de inflexión tanto en la Rusia soviética como en China. Ahora bien, ¿cómo se combate la desigualdad en una situación económica tan desesperada?

En el sentido cuantitativo, la distribución de los escasos recursos disponibles puede inspirarse enfatizando el igualitarismo, con el fin de tratar de alimentar a individuos, familias y pueblos uniformemente. Sin embargo, la carencia global de recursos disponibles no cambia, ni tampoco las diferentes necesidades (los individuos más débiles sucumben más fácilmente que los demás). En tales condiciones, el hambre puede ser contenida pero no eliminada. Pues bien, el pedazo de pan que permite a los más afortunados sobrevivir,  modesto y reducido en términos de cantidad, ratifica sin embargo una desigualdad absoluta en términos de calidad, la desigualdad absoluta que existe entre la vida y la muerte. En otras palabras, cuando la escasez alcanza un nivel extremo, la lucha contra la desigualdad sólo puede abordarse eficazmente centrándose en el desarrollo de las fuerzas productivas. Es decir, incluso con respecto al segundo tipo de desigualdad, la desigualdad al interior de un solo país, las reformas de Deng Xiaoping eliminaron de una vez por todas la inequidad cualitativa absoluta inherente al hambre y el riesgo de hambre.

Por supuesto, una vez que este flagelo haya terminado de una vez por todas, es hora de abordar el problema de la lucha contra la desigualdad cuantitativa, así como lograr lo que Deng Xiaoping llamó “prosperidad común”. No hay duda: el logro de este objetivo está aún lejos. Según el coeficiente de Gini, que mide la distribución de los ingresos dentro de un solo país, la polarización social ha alcanzado niveles alarmantes en China. Por supuesto, debemos prestar mucha atención al coeficiente de Gini, pero sin sobrestimar su significado. A pesar de su utilidad, tiene limitaciones fundamentales: no sólo no distingue entre los dos tipos de desigualdad (lo global y lo local), sino que tampoco nos dice nada sobre las tendencias subyacentes de la desigualdad local en un país dado.


Los cambios que han ocurrido en las últimas décadas en China podrían ser ilustrados con una metáfora. Hay dos trenes que van desde una estación llamada “subdesarrollo” y se dirigen hacia una estación llamada “desarrollo”. Uno de los dos trenes es muy rápido, mientras que el otro tren es más lento: por consiguiente, la distancia entre los dos aumenta progresivamente. Esta discrepancia puede explicarse fácilmente si se tiene en cuenta el tamaño de la China continental y su tormentosa historia: las regiones costeras, que ya contaban con infraestructura (aunque elemental), tenían un acceso más fácil y mayores posibilidades de comercio con las zonas desarrolladas. Una situación mejor que las regiones tradicionalmente menos desarrolladas que están lejos del litoral y tienen como países vecinos a zonas signadas por el estancamiento económico. Está claro que la distancia entre los dos trenes que viajan a velocidades diferentes se ensancha, pero no debemos perder de vista tres puntos fundamentales: en primer lugar, la dirección (el desarrollo) es la misma; segundo, en la actualidad hay algunas regiones del interior que están viendo crecer sus ingresos más rápido que el de las regiones costeras; en tercer lugar, debido al impresionante proceso de urbanización (que empuja a la población hacia las regiones y áreas más desarrolladas), el tren más rápido tiende a transportar más pasajeros. No sorprende que si tomamos a China como un todo, vemos un crecimiento constante y considerable de la clase media, así como una mayor difusión de la protección social y las características del estado de bienestar.

Sin embargo, la advertencia implícita en los valores reportados por el coeficiente de Gini sigue siendo aplicable: si no se contiene de manera apropiada y oportuna, la desigualdad cuantitativa también puede dar lugar a una desestabilización social y política.

Riqueza y Poder Político: Una Relación conflictiva

La desestabilización social y política también puede provenir de otro frente. ¿Hasta cuándo los nuevos ricos seguirán aceptando una situación en la que pueden gozar tranquilamente de su riqueza económica (acumulada legítimamente) pero no pueden convertirla en poder político?

Mao era consciente de este problema. En 1958, respondió a las críticas de la Unión Soviética sobre la persistencia de áreas capitalistas en la economía china diciendo: “Todavía hay capitalistas en China, pero el Estado está bajo el liderazgo del Partido Comunista”. Casi treinta años más tarde, en agosto de 1985, Deng Xiaoping hizo una observación: “Tal vez Lenin tuvo una buena idea cuando adoptó la Nueva Política Económica”. Es una comparación indirecta entre la NEP soviética y las políticas de reforma adoptadas por Deng Xiaoping en China. Es obvio lo que ambos tienen en común: la expropiación política total de la burguesía, que no equivale a la expropiación económica total. Por supuesto, también hay diferencias. La NEP implicaba una parte muy pequeña de la economía privada y estaba pensada principalmente como un “retiro” temporal. En otras palabras, lo que impulsaba la NEP soviética era la necesidad de encontrar alguna forma de salir de una situación económicamente desesperada. No hay una reflexión en profundidad sobre qué modelo económico perseguir: no es sorprendente que, según el testimonio de Benjamin, que ya hemos visto, el hombre rico de la NEP, que debía contribuir al desarrollo de las fuerzas productivas, se enfrentaba a un “terrible aislamiento social”. La política adoptada por Deng Xiaoping deja, por otra parte, un claro dato histórico: la experiencia ha demostrado que la economía totalmente colectivista borra todos los incentivos materiales y los motivos de la competencia, allanando el camino (como lo hemos visto) a la falta de compromiso y al ausentismo; A su vez, el populismo que veía la riqueza y la ganancia como un pecado obstaculizaba el desarrollo del espíritu empresarial y la innovación tecnológica.

Al iniciar sus políticas de reforma y apertura, Deng era consciente de los riesgos inherentes. En octubre de 1978 advirtió: “No permitiremos que se conforme una nueva burguesía”. Este objetivo no se contradice con la tolerancia concedida a los capitalistas individuales. Por supuesto, se les debe dar mucha consideración. Sin embargo, hay un aspecto que es primordial: “la lucha contra ellos, en tanto individuos, es diferente de la lucha de una clase contra otra, como ocurrió en el pasado (estos individuos no pueden formar una clase cohesiva y abierta). Aunque hay restos de la vieja lucha de clases, en general, con el fortalecimiento de la revolución y el poder del partido comunista, se creó una nueva situación. “¿Es posible que surja una nueva burguesía? Un puñado de elementos burgueses pueden aparecer, pero no formarán una clase “, especialmente porque hay un” aparato estatal “que es “poderoso” y capaz de controlarlos. Además del poder del Estado, la ideología juega un papel importante: muchos de los nuevos ricos, aunque no comunistas, se sienten patrióticos y comparten el horror al “siglo de la humillación” que comenzó con las Guerras del Opio y terminó con la victoria de la revolución, por lo que estos nuevos ricos también comparten el sueño del “rejuvenecimiento de la nación china”.

De todas maneras, precisamente como consecuencia del éxito de las reformas políticas y del extraordinario crecimiento económico de China, el número de millonarios y multimillonarios está creciendo dramáticamente; ¿La riqueza acumulada por los nuevos capitalistas influirá en la política?. Es a la luz de esta preocupación que puede comprenderse plenamente la campaña en curso contra la corrupción. El proceso de limpieza no tiene por objeto únicamente consolidar el consenso social hacia el Partido Comunista de China y el gobierno; significa implementar la estrategia de Deng Xiaoping y así evitar que los “elementos burgueses” formen una clase lista para tomar el poder.


Las Miradas desde el Oeste: ¿Democratización o Plutocratización de China?

Los capitalistas que se establecieron y continúan estableciéndose sólo pueden ser un peligro real si se alían con círculos imperialistas o proimperialistas comprometidos a lograr una “revolución de color” también en China. Fortalecidos por su excesivo poder mediático, durante mucho tiempo los Estados Unidos han estado tratando de consolidar su hegemonía mundial para imponer una “democracia” en China en el tiempo y la forma que dicta Washington.

Con esta conducta, Estados Unidos ignora las lecciones que ofrece su propia historia nacional y el propio liberalismo, la escuela de pensamiento que pretenden representar. En 1787, justo antes de la implementación de la Constitución Federal, Alexander Hamilton explicó que los límites al poder y el establecimiento del estado de derecho habían tenido éxito en dos países “insulares”, Gran Bretaña y Estados Unidos, gracias a la protección dada por el océano y su posición geopolítica que los protege de amenazas de potencias rivales. Si los planes para una asociación federal hubiesen fracasado y un sistema de estados similar al de Europa se hubiese formado sobre sus ruinas, pronto Estados Unidos habría visto a un ejército permanente, un fuerte poder central y a un absolutismo sin miramientos. “Así, en poco tiempo hubiéramos visto establecidos en todo este país, los mismos motores del despotismo que han sido el azote del viejo mundo”. Hamilton atribuyó tanto peso a la seguridad geopolítica en la creación de un sistema basado en el estado de derecho que escribió que, si en lugar de ser una isla rodeada y protegida por el mar, Gran Bretaña hubiese sido parte del continente, “hoy será víctima del poder absoluto de un solo hombre”, al igual que las demás potencias continentales europeas (194). Por otra parte, según Hamilton, cuando “la preservación de la paz pública” se ve amenazada por “ataques externos” o por “convulsiones internas”, incluso un país como Estados Unidos, que también goza de una posición geopolítica extremadamente afortunada está autorizado a recurrir a un poder fuerte “sin limitaciones” y sin “grilletes constitucionales”.

De hecho, incluso protegida por el Atlántico y el Pacífico, cada vez que se ha sentido, con razón o sin ella, en peligro, la República de América del Norte ha fortalecido más o menos drásticamente el poder ejecutivo y restringió en mayor o menor medida la libertad de asociación y expresión. Este fue el caso en los años inmediatamente posteriores a la Revolución Francesa (cuando sus seguidores en América fueron afectados por las duras medidas proporcionadas por las Leyes de Extranjería y Sedición) y durante la Guerra Civil, la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la Guerra Mundial II, la Guerra Fría y la situación creada por el ataque a las Torres Gemelas. Para dar un ejemplo: ¿Qué pasó con las libertades liberales tradicionales después del paso, el 16 de mayo de 1918, de la Ley de Espionaje? Con base en esta ley, una persona podría ser sentenciada a hasta 20 años de prisión por haber expresado:

Cualquier lenguaje desleal, profano, escandaloso o abusivo sobre la forma de gobierno de los Estados Unidos, o la Constitución de los Estados Unidos, o las fuerzas militares o navales de los Estados Unidos, o la bandera…] O el uniforme del Ejército o Armada de los Estados Unidos.

Si los líderes de Washington estuvieran realmente convencidos de la bandera de la democracia que no se cansan de agitar, buscarían, de alguna manera, reforzar la paz geopolítica y una sensación de seguridad en los países que ellos pretenden que sean democráticos. Al final de la Guerra Fría (como lo reconocía tranquilamente un erudito que era asesor del vicepresidente Dick Cheney), EE.UU. fue la única superpotencia que utilizó sus fuerzas navales y aéreas para violar “el espacio aéreo y las aguas territoriales de China con poco temor de acoso e interdicción” sin escrúpulos y con impunidad. El gran país asiático era impotente en ese momento. Hoy, la situación ha cambiado significativamente. Sin embargo, Estados Unidos sigue siendo capaz de controlar los canales de comunicaciones marítimas. Por lo tanto, “China sigue siendo vulnerable a los efectos de un bloqueo naval, y lo será aún más en la medida que crezca su economía”. De hecho, “su destino podría depender de la paciencia americana” . Y es esta situación que los Estados Unidos se esfuerzan por perpetuar. Todo esto no es propicio para el desarrollo del imperio de la ley.

La campaña de Occidente para la “democratización” de China se está produciendo, como muchos analistas políticos se ven obligados a ver, junto al declive de la democracia en Occidente. Unos años antes de la crisis económica, se podía leer en el International Herald Tribune que los Estados Unidos se habían convertido en una “plutocracia”; Ahora las fuerzas de la riqueza privada y corporativa ya se han apoderado de las instituciones políticas, mientras que el resto de la población está marginada. Hoy en día, tanto en la izquierda como entre los que se oponen completamente a la tradición marxista, es común leer que, en Occidente, y principalmente en los Estados Unidos, la plutocracia ha tomado el lugar de la democracia. Podemos concluir que la campaña en curso para la “democratización” de China es en realidad una campaña para su plutocratización, en la dirección opuesta a la “expropiación política” de la burguesía, que ha tenido lugar desde 1949 en el gran país asiático.

Una segunda campaña, como es habitual, llevada a cabo por Washington y Bruselas, requiere una liquidación sustancial del sector estatal y de la economía pública, que desempeñan un papel tan importante en la lucha contra dos grandes desigualdades: en el ámbito internacional, este sector hace una importante contribución al desarrollo tecnológico de China, cerrando cada vez más la brecha con los países avanzados; internamente, el sector estatal y la economía pública reducen las desigualdades entre las diferentes regiones, acelerando el desarrollo de las regiones menos desarrolladas de China, que ahora están creciendo a un ritmo mucho más rápido que las regiones costeras. Si esta segunda campaña lanzada por Occidente hubiese tenido éxito, la expropiación “económica” de la burguesía, ya reducida, habría sido cancelada por completo, para que la burguesía pudiera aumentar enormemente su influencia en la sociedad y allanar así el camino para la conquista del poder político.

Está muy claro qué armas se utilizan para luchar contra el país que ha surgido de la mayor revolución anticolonial de la historia para participar en un proceso a largo plazo de construcción de una sociedad post-capitalista y socialista. ¿Qué lado tomará la izquierda occidental?

Departamento de Humanidades, Universidad de Urbino, Urbino, Italia

Traducción del inglés: Fabrizio Sanguinetti y Mario Toer

Notas:

[1] Sobre Benjamin y Roth, ver Losurdo (2013, capítulo VII, § 3); en mi libro book me refiero más en profundidad a los problemas analizadoe en este ensayo.   

Declaración sobre divulgación: 

Ningún conflicto potencial de interés fue reportado por el autor.

Notas sobre el colaborador:

Domenico Losurdo es profesor emérito de filosofía en la Universidad de Urbino, Italia. Es autor de muchos libros, algunos de los cuales han sido traducidos a muchos idiomas. Heidegger y la Ideología de la Guerra (New York: Humanity Books, 2001); Hegel y la Libertad de los Modernos (Durham y Londres: Duke University Press, 2004); Liberalism: A Counter-History (Londres: Verso, 2011); Guerra y Revolución: Repensar el Siglo Veinte (Londres: Verso, 2015); La no violencia: una historia más allá del mito (Nueva York y Londres: Lexington, 2015).

  1. véase Losurdo 2013, 185.
  2. Marx y Engels 1955-89, vol. 4, 484, 489, traducido del italiano.
  3. Lenin 1955-70, vol. 31, 283-84, traducido del italiano.
  4. Lenin 1955-70, vol. 31, 283-84, traducido del italiano.
  5. Figes 1996, 771.
  6. Marx y Engels 1955-89, vol. 4, 151, traducido del italiano.
  7. Snow [1937] 1972, 262.
  8. Mitter, 2014, 192.
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06-06-2017

Fuente: Revista Horizontes del Sur